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¿Por qué yo?

Al pastor británico Joseph Parker, le preguntaron: «¿Por qué escogió Jesús a Judas como uno de sus discípulos?». Durante un tiempo, pensó detenidamente en esa pregunta, pero no pudo encontrar respuesta. Más tarde, dijo que seguía enfrentándose con otra pregunta aun más incomprensible: «¿Por qué me eligió a mí?».

¡Es hermoso!

Cuando regresaba de un viaje, Roberto quiso elegir unos regalitos para sus hijos. El empleado de una tienda del aeropuerto le recomendó varios, pero eran muy caros. Entonces, Roberto le dijo: «No traigo tanto dinero. Necesito algo más barato». El empleado trató de hacerlo sentir como un tacaño, pero Roberto sabía que sus hijos estarían felices con cualquier cosa que les llevara, porque él lo haría de corazón. Y tenía razón… los regalos que les llevó les encantaron.

¿Quién eres?

De vez en cuando, leo de algunos que se ofenden porque no han sido tratados con el respeto y la deferencia que creen merecer. «¿Sabe quién soy yo?», gritan indignados. Y esto nos recuerda el dicho: «Si tienes que decirle a la gente quién eres, es probable que no seas lo que crees ser». El extremo opuesto de esta arrogancia y prepotencia se ve en Jesús; incluso cuando su vida estaba acercándose al final.

Árboles del sendero

Estos últimos años, mi hija ha quedado fascinada con la historia de los indígenas que habitaban en una región al norte de donde ella vive. Una tarde de verano, cuando fui a visitarla, me mostró un sendero que tenía un cartel que decía: «Árboles del sendero», y me explicó que se creía que, hace mucho, los nativos de esa zona doblaban los árboles jóvenes para indicar el camino hacia determinados lugares, y que, luego, esos árboles siguieron creciendo con formas extrañas.

Efectos de sala

Crac. Crac. ¡Paf! En los inicios de la era cinematográfica, los efectos de sala creaban sonidos para acompañar la acción de la historia. Apretar una bolsa de cuero llena de fécula de maíz imitaba el sonido de las pisadas sobre la nieve, agitar un par de guantes simulaba el aleteo de las aves y sacudir un palito delgado se parecía al silbido del viento. Para lograr que las películas resultaran lo más realistas posible, estos artistas utilizaban técnicas creativas para imitar sonidos.

La decisión definitiva

Viniendo de alguien que solía valorar los dioses ancestrales, la declaración de mi padre de 90 años, cerca del final de su vida, fue notable: «Cuando muera —dijo trabajosamente—, que nadie haga otra cosa aparte de lo que hará la iglesia. Nada de adivinaciones, de sacrificios ancestrales ni de rituales. Así como mi vida está en manos de Jesucristo, ¡mi muerte también lo estará!».

El reloj perfecto

De vez en cuando, visito a dos ancianas. Una no tiene preocupaciones económicas, está bien físicamente y vive en su propia casa. Sin embargo, siempre encuentra algo negativo para decir. La otra sufre de artritis y está bastante olvidadiza. Vive con sencillez y tiene un cuaderno donde anota todo, para no olvidar sus compromisos. No obstante, lo primero que escuchan todos los que visitan su pequeño apartamento es: «¡Dios es tan bueno conmigo!». Al alcanzarle su cuaderno de recordatorios que le regalé en mi última visita, noté que, el día anterior, había escrito: «¡Mañana salgo a almorzar! ¡Qué maravilloso! Otro día feliz».

Confianza absoluta

Cuando nuestros hijos eran pequeños, llevarlos al consultorio del médico era una experiencia interesante. La sala de espera estaba llena de juguetes con los que podían jugar, y de revistas infantiles para leerles. Hasta ahí, íbamos bien. Pero, apenas los levantaba para entrar, todo cambiaba. De repente, cuando la enfermera se aproximaba con la aguja para la vacuna que necesitaban, la diversión se transformaba en miedo. Cuanto más se acercaba, con más fuerza me abrazaban del cuello. Se aferraban a mí para encontrar consuelo; probablemente, esperando que los rescatara, pero sin saber que lo que sucedía era por su propio bien.

Reflector

La pequeña y acogedora aldea de Rjukan, en Noruega, es un lugar encantador para vivir…excepto durante los oscuros días de invierno. Ubicado en un valle, al pie del empinado monte Gaustatoppen, el pueblo no recibe luz solar directa durante casi medio año. Hace mucho, los habitantes del lugar pensaron en colocar espejos en la cima de la montaña para reflejar el sol, pero la idea no fue factible hasta hace poco. En 2005, un artista local comenzó el «Proyecto espejo», para unir a las personas que pudieran materializar ese emprendimiento. Ocho años más tarde, en octubre de 2013, los espejos se  pusieron en acción. Los habitantes se amontonaron en la plaza del pueblo para absorber la luz solar reflejada.

La familia de la fe

Durante la década de 1980, una clase para solteros en nuestra iglesia se transformó en una familia muy unida para muchos que habían perdido a un cónyuge por un divorcio o la muerte. Cuando alguien necesitaba mudarse, los miembros de la clase ayudaban a empacar, transportaban muebles y colaboraban con comida. Los cumpleaños y las fiestas ya no eran momentos solitarios, porque la fe y la amistad se habían fundido en una relación duradera y alentadora. Muchos de estos vínculos forjados durante la adversidad hace ya tres décadas siguen floreciendo y sustentando hoy a individuos y familias.