¡Tenemos fruta!
La joven madre suspiraba mientras buscaba qué darle de comer a su hijita de tres años. Al ver la canasta de frutas vacía sobre la mesa, se lamentó «¡Si tan solo tuviera unas frutas, me sentiría rica!». Su hijita la escuchó.
Podemos saberlo
Mientras estaba sentado en un tren, camino a una cita importante, empecé a preguntarme si había tomando la línea correcta. Era la primera vez que hacía ese recorrido y no había pedido indicaciones. Finalmente, vencido por la incertidumbre, bajé en la estación siguiente… ¡solamente para que me dijeran que estaba en el tren acertado!
El valle de la visión
La oración puritana El valle de la visión habla de la separación entre un hombre pecador y su Dios santo. El hombre dice a Dios: «Me has traído al valle de la visión […]; cercado por montañas de pecado contemplo tu gloria». Consciente de sus errores, todavía tiene esperanza: «Durante el día, se pueden ver las estrellas desde los pozos más profundos, y mientras más profundos sean los pozos mayor es el brillo de tus estrellas». Y concluye con una petición: «Permíteme encontrar tu luz en mi oscuridad, […] tu gloria en mi valle».
Atravesar la oscuridad
Lo vi por primera vez cuando era estudiante universitaria. Una fría noche de otoño, lejos de las luces de la ciudad, iba en una carreta con mis ruidosos amigos, cuando el cielo se iluminó de colores en el horizonte. Quedé fascinada. Desde entonces, me ha cautivado el fenómeno llamado aurora boreal, conocido también como luces del norte. Suele verse más al norte de donde yo vivo, pero, a veces, se observa más al sur. Tras haberla visto una vez, anhelo verla de nuevo. Cuando las condiciones son favorables, les digo a mis amigos, tan fascinados como yo: «Tal vez sea esta noche…».
Saber dar
Muchas obras de caridad que ayudan a personas necesitadas dependen de las donaciones de gente que tiene más que suficiente y da ropa y artículos del hogar que ya no usa. Es bueno dar cosas así para beneficiar a otros, pero solemos ser más reticentes a entregar elementos de valor que usamos todos los días.
Pensar en los pobres
Corría el año 1780, y Robert Raikes sentía una carga respecto a ayudar a los niños pobres y analfabetos de su vecindario londinense. Notó que no se estaba haciendo nada al respecto y se propuso marcar la diferencia.
Una nueva creación
Al principio de mi vida laboral, tuve un compañero al que parecía encantarle usar el nombre de Dios cuando insultaba. Se burlaba descaradamente de los creyentes que eran nuevos en su fe o que trataban de hablarle de Jesús. El día que me mudé para trabajar en otra ciudad, recuerdo que pensé que ese hombre nunca aceptaría a Cristo como Salvador.
Primeros pasos
El otro día, una amiga me detuvo para darme una noticia emocionante: pasó diez minutos contándome cómo había dado el primer paso su sobrino de un año. ¡Podía caminar! Después, pensé en lo raro que le hubiese sonado eso a algún entrometido que estuviera escuchándonos. Casi todos pueden caminar. ¿Qué tiene de extraordinario?
¡Con razón!
«Es justo para ti», me dijo mi amiga. Estaba hablando de un muchacho al que acababa de conocer. Dijo que tenía ojos agradables, una agradable sonrisa y un corazón agradable. Cuando lo conocí, tuve que reconocer que era cierto. Hoy es mi esposo… ¡con razón lo amo!
Recordatorio de una mosca
Cuando empecé a trabajar en la pequeña oficina que ahora alquilo, los únicos habitantes que había allí eran unas moscas atontadas. Varias habían cumplido el ciclo de todo ser vivo, y sus cuerpos cubrían el suelo y las repisas de las ventanas. Las saqué todas, excepto una, la cual dejé bien a la vista.