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Bendiciones disfrazadas

Durante varias semanas después de que mi esposo tuvo un ataque al corazón, solíamos dar gracias a Dios por haberle permitido seguir con vida. Meses más tarde, aún seguían preguntándome cómo me sentía, y mi respuesta era a menudo muy simple: «Bendecida. Me siento bendecida».

Hábitos saludables

En la actualidad, se habla mucho sobre mejorar la salud desarrollando hábitos optimistas, ya sea al enfrentar un diagnóstico médico difícil o una pila de ropa para lavar. La Dra. Bárbara Fredrickson, profesora universitaria de psicología, señala que deberíamos tratar de realizar actividades que generen gozo, gratitud, amor y otros sentimientos positivos. No obstante, sabemos que no basta con tener un deseo generalizado de sentirnos bien, sino que también necesitamos una fuerte convicción de que existe una fuente de gozo, paz y amor de la cual podemos depender.

Lo que no se compra

«Hay algunas cosas que el dinero no puede comprar; pero, en estos tiempos, son pocas», afirma Michael Sandel, autor de Lo que el dinero no puede comprar. Una persona puede comprar un calabozo mejor por 90 dólares la noche cuando está presa; el derecho a cazar un rinoceronte negro en peligro de extinción, por 250.000 dólares; o el número de teléfono móvil de su médico, por 1.500 dólares. Parece ser que «casi todo está a la venta».

Proverbios chinos

Es común oír proverbios chinos, y, a menudo, estos surgen de alguna historia. Por ejemplo: «estirar las plantitas para que crezcan más rápido» alude a un hombre impaciente de la Dinastía Song, quien estaba ansioso por ver que sus plantas de arroz crecieran más rápido. Este hombre pensó: Voy a estirar cada planta algunos centímetros hacia arriba. Después de un día de trabajo tedioso, recorrió el arrozal para ver qué había pasado. Estaba contento porque parecía que «estaban más altas»… pero la alegría le duró poco. Al día siguiente, las plantas habían empezado a marchitarse porque sus raíces ya no tenían suficiente profundidad.

Por nuestra salud

Según una investigación del departamento médico de una prominente universidad: «Si la gratitud fuera un medicamento, sería el producto mejor vendido en el mundo, por sus [beneficios saludables] para todos los sistemas importantes del organismo».

Unidos

Cuando cumplí 65 años, mi esposa me compró una guitarra Dreadnought D-35. Fabricada originalmente a principios del siglo xx, este diseño es más grande que el de la mayoría de las guitarras de esa época, y es famosa por su sonido intenso y potente. Le pusieron ese nombre por el acorazado británico usado durante la Primera Guerra Mundial, el hms Dreadnought. La parte posterior de la D-35 es única, ya que, por la escasez de trozos grandes de palo santo de buena calidad, los artesanos idearon unir tres trozos de madera más pequeños, lo cual dio como resultado un sonido más brillante.

Se cierra la puerta

Pip, pip, pip, pip… el sonido de advertencia y las luces intermitentes avisaban a los pasajeros que las puertas del tren iban a cerrarse. No obstante, algunas personas que llegaban atrasadas corrieron por la plataforma para intentar subir. La puerta se cerró y apretó a una de ellas. Menos mal que se volvió a abrir y que el pasajero subió sin lastimarse. Me pregunté por qué la gente se arriesga tanto, cuando el próximo tren llegaría en solo cuatro minutos.

Deslizarse y orar

Cuando nieva en la zona donde vivo, me gusta buscar a mis nietos para ir juntos a deslizarnos en nuestros trineos de plástico sobre la nieve detrás de casa. Bajamos rápidamente la colina en diez segundos y, después, subimos para lanzarnos otra vez.

Fuente de ayuda

Ya a los 20 años, Lygon Stevens, un experimentado montañista, había llegado a la cima de los montes McKinley y Rainier; de 4 cumbres de los Andes, en Ecuador; y de 39 de las montañas más altas de Colorado, en Estados Unidos. «Escalo porque me encantan las montañas —declaró—, y porque allí me encuentro con Dios». En enero de 2008, Lygon murió en una avalancha mientras escalaba un cerro junto con su hermano, el cual sobrevivió.

Contra las distracciones

Todos los días, recorro el mismo camino para ir a trabajar y volver a casa, y siempre veo una cantidad alarmante de conductores distraídos. Por lo general, están hablando por teléfono o enviando mensajes, pero ¡también he visto algunos que leen el periódico, se maquillan o comen cereales mientras tratan de maniobrar un auto a más de 120 kilómetros por hora! A veces, las distracciones son breves e inofensivas, pero, en un vehículo en movimiento, pueden matar.