Se ha descubierto que la preocupación es una de las principales causas de trastornos mentales. Los seguidores de Cristo no son inmunes. Vivimos bajo las mismas presiones que el resto de la sociedad. Además, nuestras convicciones espirituales pueden generar preocupación al intentar ser buenos cónyuges, padres o vecinos. Sabemos que no deberíamos preocuparnos, pero no podemos evitarlo. Desde una perspectiva bíblica y práctica, este librito nos ayuda a comprender qué podemos hacer con nuestras preocupaciones y cómo transformarlas en oportunidades de crecimiento espiritual.
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