La promesa de un hogar tranquilo
Sesenta y cinco millones. Esa es la cantidad de refugiados en el mundo hoy: personas que han tenido que dejar sus hogares por algún conflicto o persecución… la más alta que nunca. Las Naciones Unidas han pedido a los líderes que reciban a los refugiados, para que todos los niños reciban educación, los adultos puedan trabajar y cada familia tenga un hogar.
Fe en vez de temor
«A mi esposo le ofrecieron un ascenso en otro país, pero me daba miedo dejar nuestro hogar, así que, de mala gana, él rechazó la oferta», me contó mi amiga. Me explicó cómo su recelo ante un cambio tan grande evitó que se embarcara en una nueva aventura y que, a veces, se preguntara qué se perdieron al no mudarse.
Amor por los niños
Thomas Barnado entró a la escuela de medicina del Hospital de Londres en 1865, soñando con ser un médico misionero en China. Pronto, descubrió una necesidad desesperada ahí mismo frente a su casa: cantidades de niños sin hogar. Barnado decidió hacer algo y creó hogares para niños indigentes, rescatando a 60.000 pequeños de la pobreza y una posible muerte prematura. El teólogo y pastor John Stott afirmó: «Hoy podríamos llamarlo el patrono de los niños de la calle».
Del temor a la fe
Las palabras del doctor le golpearon el corazón. Era cáncer. Su mundo se detuvo mientras pensaba en su esposo y sus hijos. Habían orado con diligencia, a la espera de otro resultado. ¿Qué harían? Mientras las lágrimas le caían por el rostro, susurró: «Señor, esto está fuera de nuestro control. Por favor, sé nuestra fortaleza».
Agradecidos por todo
En Australia, puede llevar horas conducir entre dos ciudades, y la fatiga puede generar accidentes. Así que, en épocas con mucho tránsito, se crean paradas de descanso en las principales autopistas, donde ofrecen café gratis.
Si tan solo…
Mientras salíamos del estacionamiento, mi esposo desaceleró para dejar pasar a una joven que iba en bicicleta. Ella sonrió, saludó y siguió su camino. Momentos después, el conductor de una camioneta estacionada abrió de repente la puerta, arrojando a la ciclista al pavimento. Con las piernas ensangrentadas, la joven lloraba mientras examinaba su bicicleta doblada.
El rostro de nuestro Padre
Recuerdo el rostro de mi padre. Era difícil de leer. Era un hombre bondadoso, pero estoico y reservado. Cuando era pequeño, solía mirar su cara en busca de una sonrisa u otra muestra de afecto. Nuestros rostros nos «delatan»: un ceño fruncido, una mirada hosca, una sonrisa o unos ojos arrugados revelan lo que sentimos por los demás.
El corazón de Cristo
Un periodista australiano que pasó 400 días en una cárcel egipcia expresó sentimientos encontrados cuando lo liberaron. A pesar de su alivio, estaba sumamente preocupado por los amigos que dejaba atrás. Era difícil despedirse de sus compañeros periodistas a quienes habían arrestado con él.
Accesible a todos
En esta cultura obsesionada con los famosos, es de esperar que los empresarios comercialicen «a las celebridades como si fueran productos […] y vendan su tiempo personal y su atención». Según un artículo, por 15.000 dólares, puedes tener un encuentro personal con la cantante Shakira, y con 12.000 dólares, tú y once invitados pueden almorzar con el famoso chef Michael Chiarello.
Vida en abundancia
Cuando fui a visitar a mi hermana, mis sobrinos me mostraron entusiasmados su nuevo sistema de quehaceres domésticos. Un colorido tablero electrónico registra sus tareas. Cuando realizan bien una de ellas, los niños tocan un botón verde y se añaden puntos a su «cuenta de gastos». Una falta, como dejar la puerta abierta, les cuesta una multa que se deduce del total. Como sumar puntos tiene recompensas interesantes, ¡mis sobrinos suelen estar motivados a hacer sus tareas!