Sitiados
Durante la Guerra de Bosnia (1992-1996), más de 10.000 personas, tanto civiles como soldados, murieron en Sarajevo como resultado de una ráfaga de disparos de armas y de morteros desde las montañas circundantes. La cautivadora novela de Steven Galloway, El violonchelista de Sarajevo, transcurre allí, durante el sitio más prolongado de una capital en las guerras de la era moderna. Tres personajes ficticios deben decidir si se dedicarán por completo a luchar para sobrevivir o si considerarán a los demás en semejante adversidad.
Niña cocinera
Una mañana, mientras Lilia se preparaba para ir al trabajo, su hijita de cuatro años también se puso a trabajar. Habían comprado una tostadora circular, y la idea de pasar el pan por el pequeño horno fascinó a la pequeña. Poco después, Lilia descubrió unas 30 tostadas apiladas sobre la mesa. «¡Soy una cocinera excelente!», declaró la niña.
Ayudante silencioso
El descubrimiento de la penicilina revolucionó el mundo de la medicina. Antes de la década de 1940, las infecciones bacterianas solían ser mortales. A partir de ese momento, esta droga ha salvado una innumerable cantidad de vidas al destruir las bacterias perjudiciales. El hombre que reconoció su potencial y la desarrolló para su uso masivo ganó el premio Nobel en 1945.
La chica del saludo
A finales del siglo xix y principios del xx, una imagen conocida recibía a los barcos mientras atracaban en uno de los puertos de Estados Unidos: Florence Martus, «la chica del saludo». Durante 44 años, esta muchacha saludó a las grandes naves procedentes del mundo entero, usando un pañuelo durante el día o un farol en la noche. En la actualidad, una estatua de Florence y sus fieles perros se eleva en el Parque Morrell, dando permanentemente la bienvenida a los barcos que ingresan.
Einstein y Jesús
A Albert Einstein lo recordamos por otras cosas aparte de su cabello despeinado, sus ojos grandes y su agudo carisma. Lo conocemos como el genio y físico que cambió nuestra cosmovisión. Su famosa fórmula, E=mc2, revolucionó el pensamiento científico y nos introdujo en la era nuclear. Con su «teoría de la relatividad», razonó que, dado que el universo completo está en movimiento, todo conocimiento es una cuestión de perspectiva. Creía que la velocidad de la luz es la única constante según la cual medir el espacio, el tiempo y la masa.
¡Otra vez!
Mientras leía el mensaje en mi teléfono, empezó a subirme la temperatura y me hervía la sangre. Estaba a punto de responder con otro mensaje desagradable, cuando una voz interior me dijo que me calmara y que contestara al día siguiente. Después de dormir bien, el tema que me había molestado tanto parecía una tontería. Había reaccionado en forma desmedida porque no quería dar prioridad a las necesidades de otra persona. No estaba dispuesta a incomodarme para ayudar a alguien.
Un retrato de Jesús
En uno de sus libros, Robert Henkes escribe: «Un retrato no es una fotografía ni un reflejo exacto». En realidad, va más allá de reflejar la apariencia externa; demuestra la profundidad emocional del alma. En un retrato, un auténtico artista trata de «plasmar la esencia de la persona».
Debe y haber
Cuando mi esposo enseñaba contabilidad en una universidad local, hice uno de los exámenes, solo por diversión, para ver cuánto sabía. Los resultados no fueron buenos. Contesté mal todas las preguntas porque no entendí la premisa de un concepto bancario básico: invertí el debe y el haber.
He venido a ayudar
La vívida descripción del periodista Jacob Riis de la pobreza en la ciudad de Nueva York en el siglo xix horrorizó a un público generalmente complaciente. En su libro, combinaba el texto con fotografías, a fin de que el cuadro fuera tan real que el público tomara conciencia de la angustiante existencia de la pobreza. Por ser el tercero de quince hermanos, pudo escribir con tanto realismo porque había vivido en ese mundo de terrible pobreza.
Masa en el bol
Mi hija y yo consideramos que los brownies son una de las siete maravillas del mundo culinario. Un día, mientras mezclábamos los ingredientes de nuestra receta favorita, mi hija me preguntó si podía dejar un poco de masa en el bol después de colocarla en el molde para hornear. Ella quería saborear lo que quedaba. Sonreí y le dije que sí. Después, agregué: «¿Sabes cómo se llama eso? Recoger y juntar. Y esto no comenzó con los brownies».