Pensar en los pobres
Corría el año 1780, y Robert Raikes sentía una carga respecto a ayudar a los niños pobres y analfabetos de su vecindario londinense. Notó que no se estaba haciendo nada al respecto y se propuso marcar la diferencia.
Una nueva creación
Al principio de mi vida laboral, tuve un compañero al que parecía encantarle usar el nombre de Dios cuando insultaba. Se burlaba descaradamente de los creyentes que eran nuevos en su fe o que trataban de hablarle de Jesús. El día que me mudé para trabajar en otra ciudad, recuerdo que pensé que ese hombre nunca aceptaría a Cristo como Salvador.
Primeros pasos
El otro día, una amiga me detuvo para darme una noticia emocionante: pasó diez minutos contándome cómo había dado el primer paso su sobrino de un año. ¡Podía caminar! Después, pensé en lo raro que le hubiese sonado eso a algún entrometido que estuviera escuchándonos. Casi todos pueden caminar. ¿Qué tiene de extraordinario?
El lado bueno
La nadadora Dara Torres tuvo una carrera extraordinaria. Participó en cinco Olimpíadas entre 1984 y 2008, y, casi al final de su carrera, batió el récord estadounidense en 50 metros estilo libre; 25 años después de haberlo establecido ella misma. Pero no todo fueron medallas y marcas, ya que también enfrentó obstáculos en su carrera deportiva: lesiones, cirugía y tener casi el doble de edad que la mayoría de sus rivales. Declaró: «Desde niña, quería ganar a todo, todos los días […]. También estoy convencida de que las dificultades tienen su lado bueno; generan nuevos sueños».
¡Con razón!
«Es justo para ti», me dijo mi amiga. Estaba hablando de un muchacho al que acababa de conocer. Dijo que tenía ojos agradables, una agradable sonrisa y un corazón agradable. Cuando lo conocí, tuve que reconocer que era cierto. Hoy es mi esposo… ¡con razón lo amo!
Lección de pesca
Estaba pescando tranquilamente en las aguas apacibles y transparentes de un lago, lanzando el anzuelo junto a un lugar con abundante vegetación. De pronto, una perca de boca pequeña se asomó para investigar. Se acercó a la tentadora carnada, la miró y volvió a meterse en la maleza. Hizo lo mismo varias veces, hasta que detectó el anzuelo. Entonces, sacudió la aleta, desapareció en su guarida y nunca más volvió.
Recordatorio de una mosca
Cuando empecé a trabajar en la pequeña oficina que ahora alquilo, los únicos habitantes que había allí eran unas moscas atontadas. Varias habían cumplido el ciclo de todo ser vivo, y sus cuerpos cubrían el suelo y las repisas de las ventanas. Las saqué todas, excepto una, la cual dejé bien a la vista.
Pañuelos de papel
Mientras estaba sentado en la sala de espera de cirugía, tuve tiempo para pensar. Hacía poco, había estado allí cuando recibimos la desgarradora noticia de que mi único hermano, mucho menor que yo, tenía «muerte cerebral».
Lecciones del sufrimiento
El primer plano en la pantalla gigante era grande y nítido; por eso, podíamos ver los cortes profundos en el cuerpo del hombre y su cara ensangrentada. Un soldado lo azotaba, mientras una multitud enfurecida se reía. La escena parecía tan real que, en medio del silencio de la sala, me encogía y gesticulaba como si yo estuviera padeciéndolo. Sin embargo, era solo una película que representaba el sufrimiento de Jesús por nosotros.
Amigos sin horario
Un amigo me contó sobre un grupo de personas a quienes las une un profundo vínculo por su fe en Cristo. Una de ellas, una mujer de 93 años, dijo: «Si necesito ayuda, siento que puedo llamar a cualquiera del grupo a las dos de la mañana, sin siquiera tener que disculparme». Ya sea que necesiten oración, ayuda práctica o a alguien que los acompañe, estos amigos están incondicionalmente comprometidos entre sí.