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Frases enfurecidas

Es probable que los vecinos no supieran qué pensar cuando me vieron por la ventana un día de invierno, parada frente al garaje con una pala en las manos y golpeando ferozmente un bloque de hielo en la alcantarilla. Con cada golpe, vociferabafrases temáticas: «no puedo hacerlo»; «no esperen que lo haga»; «no tengo suficiente fuerza». Además de cuidar niños y tener otras responsabilidades, debía lidiar…

Nuestro Dios celoso

En 2014, una investigadora usó un perro de peluche para demostrar que los animales pueden sentir celos. Pidió a varios dueños de perros que mostraran afecto hacia el animal irreal delante de sus mascotas. Así descubrió que tres de cada cuatro perros reaccionaban con una supuesta envidia. Algunos intentaron llamar la atención tocando suavemente a sus amos. Otros trataron de interponerse entre su dueño y el juguete. Y hubo algunos que llegaron a destrozar a sus rivales de peluche.

La rutina diaria

La escuela secundaria a la que asistí exigía tomar clases de latín durante cuatro años. Ahora valoro haberlo hecho, pero, en aquel entonces, era una tarea pesada. Nuestra profesora creía en la importancia de la repetición. Repetitio est mater studiorum —nos recitaba permanentemente; lo cual significaba: «La repetición es la madre del aprendizaje». Pero, para nosotros, no tenía sentido.

Palabras sabias

Hace poco, el esposo de mi sobrina escribió en una red social: «Diría muchas cosas más por la web si no fuera por esta vocecita que me incita a no hacerlo. Como seguidor de Cristo, uno podría pensar que esa voz es el Espíritu Santo. Pero no, no es así. Es mi esposa».

Agua y vida

Cuando Dave Mueller extendió su brazo y giró la llave, el agua comenzó a fluir de la tubería a un balde azul. A su alrededor, la gente aplaudía celebrando que el agua fresca y limpia llegaba por primera vez a su comunidad. Tener una fuente de agua potable le cambiaría la vida a este grupo de kenianos.

¿Reparar o reemplazar?


Era hora de arreglar los marcos de las ventanas de nuestra casa. Entonces, los raspé, los pulí y rellené los agujeros en la madera para, luego, poder pintarlos. Después de todos mis esfuerzos, incluidos una capa de pintura base y de otra demasiado costosa, el marco quedó… bastante bien, pero no parecía nuevo. Solo se vería nuevo si cambiaba la madera vieja.


Las tormentas de la vida

En el libro de Marcos, leemos sobre una tormenta terrible. Los discípulos estaban con Jesús en un barco, cruzando el Mar de Galilea. Cuando «se levantó una gran tempestad de viento», los discípulos, entre los cuales había algunos pescadores experimentados, temieron ahogarse (4:37-38). ¿A Dios no le importaba? ¿No habían sido escogidos por Jesús y eran los más cercanos a Él? ¿No estaban obedeciendo al que había dicho que cruzaran a la otra orilla (v. 35)? ¿Por qué estaban atravesando un momento tan turbulento?

¡Prohibido tocar la cerca!


Cuando era niña, fui con mis padres a visitar a mi bisabuela, que vivía cerca de una granja. El patio estaba rodeado de una cerca electrificada, que impedía que las vacas entraran y comieran el pasto. Cuando pedí permiso para ir a jugar afuera, estuvieron de acuerdo, pero me explicaron que, si tocaba la cerca, podría recibir una descarga eléctrica.


¿Adónde apunto?


En septiembre de 2011, un incendio voraz destruyó 600 casas en el casco urbano y los alrededores de una ciudad en Estados Unidos. Pocas semanas después, un artículo de un periódico se titulaba: «Las personas que más perdieron se concentran en lo que no se perdió». Allí se describían las abundantes muestras de generosidad de la comunidad y el reconocimiento de quienes habían recibido ayuda. Vecinos, amigos y demás residentes del lugar eran mucho más valiosos que lo que habían perdido.


Perdiste la oportunidad


Hoy escuché las palabras más tristes. Dos creyentes en Cristo discutían sobre un tema. El mayor parecía engreído mientras esgrimía las Escrituras como un arma, atacando los errores que veía en la vida del otro. El más joven parecía cansado del sermón, hastiado de aquella persona y desanimado.