Categoría  |  Nuestro Pan Diario

El ministerio del duelo

En 2002, pocos meses después de que mi hermana y su esposo murieran en un accidente, un amigo me invitó a un taller en nuestra iglesia sobre «Crecer por el dolor». Aunque reticente, acepté ir a la primera sesión, pero sin intenciones de volver. Quedé sorprendido al descubrir a un grupo que buscaba la ayuda de Dios y de otras personas para tratar de aceptar una pérdida importante. Semana tras semana, allí estuve, buscando paz y aceptación de la realidad al compartir el dolor con otros.

Dáselo a Dios

Cuando enormes desafíos o decisiones importantes me abrumaban en mi adolescencia, mi madre me enseñó los beneficios de poner por escrito las cosas para entenderlas mejor. Al preguntarme qué estudios seguir o qué trabajo procurar, o cómo enfrentar las realidades atemorizantes de volverme adulta, adopté su hábito de escribir qué estaba sucediendo, los posibles cursos de acción y los probables resultados. Después de volcar mi corazón en la hoja, podía analizar el problema y ser más objetiva de lo que me permitían mis emociones.

Un poquito del paraíso

Por la ventana de mi oficina, escucho las aves cantar y veo las hojas de los árboles moverse con el delicado susurro del viento. Fardos de heno salpican el campo recién cultivado de mi vecino, mientras grandes nubes blancas contrastan con el claro cielo azul.

Experimentar su fortaleza

«¿Encontraremos víboras?», preguntó Alan, un jovencito de nuestro vecindario, cuando empezamos a caminar junto a un río cercano.

No corras solo

Era su primera maratón y estaba corriendo solo. Después de detenerse a beber agua en un puesto de asistencia, se sentía extenuado, y se sentó sobre la hierba al costado de la pista. Pasaron los minutos, y no podía levantarse. Se había resignado a abandonar, cuando dos maestras de escuela, de edad mediana, se acercaron. Aunque no lo conocían, vieron a Jack y le preguntaron si quería correr con ellas. De repente, recuperó la fuerza. Se puso de pie y, acompañado por las dos mujeres, completó la carrera.

Dios está haciendo algo nuevo

Hace poco, el líder de un grupo en el que yo estaba preguntó: «¿Dios está haciendo algo nuevo en tu vida?». Mi amiga Mindy, que enfrenta algunas situaciones difíciles, contestó diciendo que necesitaba paciencia con sus padres ya ancianos, fortaleza ante los problemas de salud de su esposo y comprensión hacia sus hijos y nietos que aún no tenían a Cristo como Salvador. Después, agregó una reflexión que va totalmente en contra de todo lo que uno pensaría habitualmente: «Creo que lo nuevo que Dios está haciendo es aumentar mi capacidad de amar y las oportunidades de hacerlo».

La radiante belleza de Dios

La Isla de Lord Howe es un paraíso de arenas blancas y aguas cristalinas en la costa este de Australia. Cuando la visité hace unos años, me sorprendió su belleza. Se podía nadar con tortugas y peces brillantes y de colores increíbles. Abrumado por semejante esplendor, no pude evitar adorar a Dios.

Limpiados

Cuando abrí el lavavajillas, me pregunté qué habría salido mal. En lugar de estar limpios y relucientes, los platos estaban cubiertos de un polvo calizo. Me pregunté si el agua calcárea de nuestra zona estaría haciendo estragos, o si la máquina se había dañado.

Fruto desbordante

Durante la primavera y el verano, admiro los frutos que crecen en el patio de mi vecino. Hay ramas salpicadas de ciruelas, uvas y naranjas que cuelgan a nuestro alcance.

Prestar atención

John Newton escribió: «Si, mientras vuelvo a casa, veo que un niño perdió una moneda y, al darle otra, puedo secar sus lágrimas, siento que hice algo. Tendría que aspirar a hacer cosas más grandes, pero no dejaré pasar esta».