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Jamás olvidado

El escritor ruso Fyodor Dostoyevsky dijo: «El nivel de civilización de una sociedad puede determinarse al entrar en las cárceles». Con esto en mente, leí un artículo en línea que describía «Las ocho cárceles más temibles del mundo». En una de ellas, todos los presos están en confinamiento solitario.

Obituario de dos palabras

Antes de que Stig Kernell muriera, le dijo a la empresa fúnebre local que no quería un obituario tradicional. Este sueco, en cambio, indicó que solo publicaran una nota de dos palabras sobre su fallecimiento: «Estoy muerto». Entonces, cuando murió a los 92 años, eso fue lo que pusieron. La osadía y la sencillez de este aviso poco común captaron la atención de periódicos en todo el mundo. Con un giro extraño, la curiosidad internacional por el obituario de dos palabras de este hombre atrajo más atención sobre su muerte de lo que cabría esperar.

Prensa de aceitunas

Si visitas la aldea de Capernaum, junto al Mar de Galilea, verás muestras de antiguas prensas de aceitunas. Hechas de roca de basalto, tienen dos partes: una base y una rueda para moler. La base es grande, redonda y con una depresión circular. Las aceitunas se colocaban en esa depresión y se hacía girar la rueda, también hecha de roca pesada, para machacarlas y extraer el aceite.

Historias de una cabaña

La antigua cabaña de troncos era digna de una tapa de revista. Pero la estructura era solo la mitad del tesoro. En el interior, tenía las paredes adornadas con recuerdos de familia, y sobre la mesa había una canasta para huevos hecha a mano y una lámpara de aceite. De la puerta delantera, colgaba un desgastado sombrero de paja. El dueño dijo orgulloso: «Detrás de cada cosa, hay una historia».

Lo mejor está por venir

En nuestra familia, marzo significa algo especial, ya que comienza el torneo de baloncesto universitario. Nuestra gran afición a este deporte hace que miremos los partidos y alentemos entusiasmados a nuestros equipos favoritos. Si encendemos el televisor con tiempo, podemos escuchar a los comentaristas que hablan sobre lo que pasará y disfrutar de la sesión previa, donde los jugadores practican lanzamientos y calientan los músculos con sus compañeros de equipo.

Sol directo

A pesar de todo, lo sigo intentando. Las instrucciones de la etiqueta son claras: «Necesita sol directo». La sombra es lo que predomina en nuestro jardín; por lo tanto, no es apropiado para la planta que a mí me gusta por su color, la forma de las hojas, el tamaño y el perfume. De todos modos, la compro, la llevo a casa, la planto y la cuido muchísimo. Pero no está contenta allí. No basta con cuidarla y atenderla… necesita la luz del sol, cosa que yo no puedo darle. Pensé que podría compensar la falta de luz con alguna otra clase de cuidado, pero no sirve. Las plantas necesitan lo que necesitan.

El agua se puso colorada

¿Por qué vino Jesús a la Tierra antes de que se inventaran las fotografías y los videos? ¿No podría haber alcanzado más personas si todos hubiesen podido verlo? Después de todo, una imagen vale más que mil palabras.

Es hora de hacer algo

No sé cómo hicieron para encontrarme, pero esta gente me envía cada vez más emails pidiéndome que asista a sus eventos para enseñarme sobre los beneficios de jubilarme. Esto comenzó hace varios años, cuando empecé a recibir invitaciones para afiliarme a una organización de ayuda a jubilados. Lo único que hacen todos estos recordatorios es decirme: «Te estás haciendo viejo. ¡Prepárate!».

El momento de irse

Cuando mi padre se convirtió al cristianismo, siendo ya anciano, me fascinó su plan para vencer la tentación. A veces, simplemente, ¡se marchaba! Por ejemplo, cuando un desacuerdo entre él y un vecino empezaba a convertirse en una pelea, se alejaba para no ser tentado a seguir peleando.

Repetición positiva

Un periodista tenía la peculiar costumbre de no usar bolígrafos de tinta azul. Por eso, cuando un colega le preguntó si necesitaba algo de la tienda, le pidió que le compara algunos bolígrafos, y agregó: «Pero no azules. No quiero bolígrafos azules. No me gusta el azul. El azul es demasiado deprimente. Así que, por favor, cómprame doce… ¡pero que no sean azules!». Al día siguiente, su colega le llevó los bolígrafos… y eran todos azules. Cuando le pidió explicaciones, este respondió: «No dejabas de decir “azul, azul”. ¡Esa fue la palabra que me quedó más grabada!». Tantas repeticiones tuvieron un efecto, pero no el esperado.