Más grande que el lío
Un tema importante de Segunda Samuel, un libro del Antiguo Testamento, podría fácilmente titularse: ¡La vida es un lío! Tiene todos los elementos de una miniserie de televisión. Mientras David procuraba establecerse como rey de Israel, enfrentó desafíos militares, intrigas políticas y traiciones de familiares y amigos. Incluso él mismo arrastraba culpas, tal como lo demuestra claramente su relación con Betsabé (caps. 11–12).
Alivio para el atribulado
Una de mis escenas favoritas de la literatura tiene lugar cuando una tía enérgica confronta a un padrastro malvado por haber abusado de su autoridad con su sobrino, David Copperfield, nombre del personaje principal y título de esa novela de Charles Dickens.
La Palabra eterna de Dios
Al principio de la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aéreos destruyeron gran parte de Varsovia, en Polonia. La ciudad estaba cubierta de bloques de cemento, caños rotos y trozos de vidrio. Sin embargo, en el centro de la ciudad, gran parte de uno de los edificios dañados permanecía obstinadamente en pie. Era la sede polaca de la Sociedad Bíblica Británica e Internacional. Estas palabras todavía se leían sobre una pared: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35).
El Espíritu entrega
Hasta hace poco, muchos pueblos en la zona rural de Irlanda no usaban números en las casas ni códigos postales. Así que, si había tres Patrick Murphy en un pueblo, el residente más nuevo no recibía su correo hasta que se les entregara primero a los otros dos, quienes habían vivido allí más tiempo. «Mis vecinos lo reciben primero —decía el último residente Murphy—. Leen un poco y dicen: “Tal vez no sea para nosotros”». Para terminar con esta confusión, el gobierno irlandés instituyó recientemente su primer sistema de códigos postales, para asegurar que el correo se entregue de manera correcta.
Jesús lloró
Estaba ensimismada en un libro, cuando una amiga se inclinó para ver qué leía. Casi al instante, retrocedió y, mirándome, dijo: «¡Qué título más tenebroso!».
El método de Dios
Necesitábamos que Dios nos hablara. Nos habían pedido que acogiéramos en casa por tres meses a dos niños preescolares, y debíamos decidir qué hacer con ellos. Con tres hijos propios, adoptarlos parecía no encajar en nuestros planes. Además, ya había sido difícil casi duplicar la familia. Nuestra lectura devocional diaria, escrita por Amy Carmichael, nos llevó a unos versículos desconocidos de Números 7.
El Dios que pinta
Nezahualcoyotl (1402-1472) tal vez haya tenido un nombre difícil de pronunciar, pero su significado es sumamente importante: «coyote hambriento»; y sus escritos revelan su hambre espiritual. Como poeta y gobernante de México, antes de la llegada de los europeos, escribió: «Verdaderamente, los dioses que yo adoro son ídolos de piedra que no hablan ni sienten […]. Algún poderoso, escondido y desconocido dios es el creador de todo el universo. Es el único que puede consolarme en mi aflicción y ayudarme con la tremenda angustia de mi corazón. Quiero que él sea mi ayuda y protección».
Tácticas no convencionales
En 1980, en la Maratón de Boston, una mujer subió al metro. No tenía nada de raro, excepto por un pequeño detalle: ¡se suponía que estaba corriendo la carrera! Más tarde, algunos la vieron volver a correr cuando faltaba menos de un kilómetro para la llegada. Terminó delante de todas las otras mujeres y, extrañamente, ni siquiera estaba cansada ni muy transpirada. Por un rato, pareció ser la ganadora.
El andar del camaleón
Cuando pensamos en el camaleón, quizá nos viene a la mente su capacidad para cambiar de color según el entorno. Pero también tiene otra característica interesante. En ocasiones, los he observado caminar y me he preguntado cómo llegan a destino: de mala gana, estiran una pata, parecen cambiar de idea, lo intentan otra vez; entonces, apoyan vacilantes la pata, como si temieran que el suelo fuera a hundirse. Por eso, me causó gracia cuando escuché decir: «No seas como un miembro camaleón en la iglesia, que se excusa: “Hoy voy a la iglesia; no, voy la semana que viene; no, ¡mejor espero un poco!”».
La niña de su ojo
Cuando el bebé de una amiga mía tuvo convulsiones, fueron rápidamente hacia el hospital en una ambulancia, mientras su corazón palpitaba a toda velocidad al orar por su hijita. Al acariciar sus deditos, su profundo amor por su hijita la conmovió y le hizo recordar cuánto más nos ama el Señor, ya que somos «la niña de su ojo».