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Tienes propósito

Un día de mucho calor, mi sobrina vio a una mujer de pie junto a un semáforo, sosteniendo un cartel. Cuando se acercó con el auto, intentó leerlo, suponiendo que sería algún pedido de alimento o dinero. En cambio, se sorprendió al ver estas dos palabras:

Fortaleza para el cansado

Un hermoso día soleado, iba caminando por un parque con el corazón fatigado y desanimado. No era una sola cosa lo que me agobiaba… todo parecía andar mal. Me senté en un banco y observé que tenía una placa para recordar a un «esposo, padre, hermano y amigo devoto». Además, decía: «Pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40:31).

¡Señor, ayúdame!

Cuando mi amiga me contó que sería mamá, ¡me puse feliz! Juntas, contamos los días hasta el nacimiento. Pero, cuando el bebé sufrió daño cerebral durante el parto, me sentí desolada y no sabía cómo orar. Lo que sí sabía era a quién debía hacerlo: a Dios. Él es nuestro Padre, y siempre nos escucha.

No es tan simple

Según el Antiguo Testamento, la vida parece fácil: obedeces a Dios y recibes bendiciones; lo desobedeces y aparecerán problemas. Es una teología gratificante, pero ¿es así de simple?

Saber y hacer

El filósofo chino Han Feizi hizo esta observación sobre la vida: «Saber verdades es fácil. Saber cómo actuar en función de esas verdades es difícil».

Alabanza de corazones puros

Una amiga mía viajó a otro país y visitó una iglesia. Allí observó que, cuando la gente entraba, se arrodillaba y oraba, de espalda a la parte delantera de la iglesia.  Luego, se enteró de que los miembros de esa iglesia confesaban sus pecados a Dios antes de empezar la reunión.

Solo se muere una vez

Nacida en la esclavitud y maltratada de niña, Harriet Tubman (aprox. 1822-1913) encontró un rayo de esperanza en las historias bíblicas que le narraba su madre. El relato de la liberación de la esclavitud en Egipto le mostró un Dios que deseaba que su pueblo fuera libre.

Él se puso en nuestro lugar

Para ayudar a su equipo de arquitectos jóvenes a entender las necesidades de sus clientes, David Dillard los envía a «pijamadas». Se ponen sus pijamas y pasan 24 horas en un centro para personas de la tercera edad, en las mismas condiciones que ellos: con audífonos para simular pérdida de audición, dedos pegados con cintas para limitar la destreza manual y gafas para representar problemas visuales. Dillars declara: «Lo más beneficioso es que, cuando envío jóvenes de 27 años, vuelven con un corazón diez veces más grande. Conocen a las personas y entienden sus dificultades».

Paz abundante

«No me sorprende que lideres retiros —dijo alguien en mi clase de gimnasia—. Tienes un aura positiva». Su comentario me sorprendió, pero también me agradó, ya que me di cuenta de que lo que ella veía como un «aura» en mí, yo lo consideraba la paz de Cristo. Cuando seguimos a Jesús, Él nos da una paz que supera todo entendimiento (Filipenses 4:7) y que brota de nuestro interior… aunque quizá no nos demos cuenta.

Como las ovejas

Una de mis tareas diarias, cuando vivía con mi abuelo en Ghana, era cuidar ovejas. Las llevaba a pastar todas las mañanas, y volvía al anochecer. Allí noté por primera vez lo tercas que pueden ser las ovejas. Por ejemplo, cuando veían una granja, el instinto las llevaba hacia allí, lo cual me ocasionó varios problemas con los granjeros.