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Del lamento al festejo

«V amos a prescindir de su trabajo». Hace una década, estas palabras me dejaron tambaleando cuando la compañía para la que trabajaba eliminó mi cargo. Me sentí destruida porque, en parte, mi identidad estaba sumamente entrelazada con mi papel como editora. Hace poco, sentí una tristeza similar cuando escuché que mi labor como trabajadora independiente se terminaba. Pero, esta vez, no sentí que se me movía el piso, ya que, con el tiempo, he visto la fidelidad de Dios y su manera de transformar mi tristeza en gozo.

¿Algo que deba saber?

Una vez, le preguntaron al cantautor David Wilcox cómo componía sus canciones, y respondió que el proceso incluía tres aspectos: una habitación tranquila, una hoja en blanco y la pregunta: «¿Hay algo que deba saber?». Esto me impactó, al considerarlo un abordaje maravilloso para los seguidores de Jesús cuando buscan cada día el plan de Dios para sus vidas.

¿El camino fácil?

A veces, el sendero de la vida es difícil. Por eso, si esperamos que Dios siempre nos presente un camino fácil, quizá nos sintamos tentados a darle la espalda cuando el terreno se vuelve escarpado.

Aprender la lección

María era viuda y enfrentaba graves problemas de salud. Entonces, su hija la invitó a mudarse al nuevo «apartamento de la abuela», conectado con su casa. Aunque eso implicaría alejarse de sus amigos creyentes y de su iglesia, María se regocijó por la provisión del Señor. Sin embargo, a los seis meses, ese gozo y contentamiento iniciales amenazaban con desaparecer cuando se sintió tentada a quejarse por dentro y a dudar de si ese había sido el plan perfecto de Dios.

El lenguaje del amor

Cuando mi abuela fue a México como misionera, le resultó difícil aprender español. Un día, fue al mercado, le mostró su lista de compras a la muchacha que la atendió y le dijo: «Está en dos lenguas», queriendo explicar que la había escrito en dos «idiomas». El carnicero oyó de lejos y supuso que ella quería comprar dos lenguas de vaca. Mi abuela no se dio cuenta hasta que llegó a su casa. ¡Nunca antes había cocinado lengua de vaca!

Todo lo que necesitamos y más

En medio de la campiña inglesa, G. K. Chesterton se puso de pie de un salto y empezó a reírse a carcajadas. Explotó tan de repente y con tanto ruido que las vacas no dejaban de mirarlo.

Nuestra tarea principal

Cuando una erudita británica convocó a las religiones del mundo a trabajar juntas para alcanzar la unidad en nuestro planeta, personas de todas partes lo celebraron. Señalando que las religiones más importantes compartían la Regla de oro, sugirió: «La tarea principal de nuestra época es construir una sociedad global donde personas de todas las creencias puedan vivir juntas en paz y armonía».

Recordatorios importantes

El antropólogo Anthony Graesch afirma que el exterior de un refrigerador revela qué es importante para las personas. Durante una investigación que realizó con sus colegas, determinó que allí se colocaban un promedio de 52 cosas: horarios escolares, fotos familiares, dibujos de los hijos e imanes. Graesch denomina al refrigerador «un depósito de recuerdos familiares».

Fortalecer el corazón

El mes pasado, el gimnasio del vecindario donde hice ejercicios físicos durante años cerró, y tuve que inscribirme en otro. El anterior era un lugar cálido y amigable, frecuentado por personas a quienes les gustaba interactuar socialmente mientras hacían ejercicio. Casi nunca sudábamos… En cambio, el nuevo es un establecimiento estricto, lleno de hombres y mujeres que están seriamente dedicados a desarrollar cuerpos musculosos. Cuando miro a estas personas que se esfuerzan tanto, las veo fornidas, pero me pregunto si la gracia está fortaleciendo sus corazones.

Ponerse al lado

L os 30 compañeros de quinto grado y sus padres miraban mientras Mi’Asya caminaba nerviosa hacia la plataforma para hablar en la ceremonia de graduación. Cuando el director acomodó el micrófono a la altura de la niña, ella se puso de espaldas a la audiencia. La multitud susurraba palabras de ánimo: «Vamos, querida, puedes hacerlo». Pero Mi’Asya no se movió. Entonces, una compañera pasó al frente y se paró junto a ella. Con el director de un lado y su amiga del otro, los tres leyeron juntos el discurso. ¡Qué hermoso ejemplo de respaldo!