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Mis hermanos

Hace varios años, durante una crisis económica, el pastor de una iglesia no consideró tal situación una dificultad, sino una oportunidad. Entonces, se reunió con el intendente de la ciudad y preguntó: «¿Qué puede hacer nuestra iglesia para ayudar?». El intendente quedó sorprendido. Por lo general, la gente iba a pedirle ayuda, pero allí estaba aquel pastor ofreciéndole los servicios de toda una congregación.

Amor inalterable

Hace poco, el aterrizaje de un vuelo fue bastante brusco, y nos sacudió de un lado al otro por la pista. Algunos de los pasajeros se veían nerviosos, pero la tensión desapareció cuando dos niñas pequeñas que estaban sentadas detrás de mí exclamaron: «¡Viva! ¡Otra vez, otra vez!».

Tu travesía

Crecí durante la rebelde década de 1960 y me alejé de la religión. Había asistido a la iglesia siempre, pero no acepté a Cristo como Salvador hasta después de un accidente, con poco más de 20 años. Desde entonces, no he dejado de hablarles a otros del amor de Jesús. Ha sido una verdadera travesía.

Solitario del desierto

Solitario del desierto es la historia personal de Edward Abbey sobre sus veranos como guardabosque en un parque nacional en Utah, Estados Unidos. Vale la pena leer el libro tan solo por el lenguaje vivaz y las gráficas descripciones de las bellezas naturales de aquel lugar.

De todo corazón

En muchas culturas, llorar a gritos, gemir y rasgarse la ropa son formas aceptables de lamentarse por angustias personales o grandes desastres nacionales. Para los israelitas del Antiguo Testamento, expresiones similares reflejaban un profundo dolor y su arrepentimiento por haberse alejado del Señor.

¿Hay que hacerlo?

Julia comenzó la clase para niños con una oración y, luego, cantaron juntos. Emanuel, de seis años, se retorcía en su asiento cuando ella volvió a orar tras presentar al maestro, Aarón. Después, Aarón empezó y terminó la clase orando. Emanuel se quejó: «¡Cuatro oraciones! ¡Yo no puedo estar sentado quieto tanto tiempo!».

Seguir trabajando bien

A mi hijo le encanta leer. Si lee más libros de los que se le exigen en la escuela, recibe un certificado como premio. Ese pequeño estímulo lo motiva a seguir trabajando bien.

Admirador de por vida

Cade Pope, un niño de doce años, envió por correo 32 cartas manuscritas; una para cada directivo de la Liga Nacional de Fútbol (NFL) de los Estados Unidos, en la que decía: «A mi familia y a mí nos encanta el fútbol. Participamos en las competiciones del fútbol de fantasía por Internet y miramos los partidos todos los fines de semana […]. ¡Estoy listo para elegir un equipo para alentar por el resto de mi vida!».

Morir por otros

Me encantan las aves. Por eso, compré seis pájaros enjaulados y los llevé a casa para nuestra hija, quien empezó a cuidarlos todos los días. Al tiempo, uno se enfermó y murió. Nos preguntamos si vivirían mejor fuera de la jaula. Entonces, liberamos a los cinco sobrevivientes y vimos cómo se iban volando felices.

¡Bienvenidos todos!

L a noche en que proyectaríamos una película en la iglesia y por la que habíamos orado tanto había llegado. Se habían colocado anuncios por todo el pueblo, y las pizzas ya estaban en el horno. Esteban, el pastor de jóvenes, esperaba que ese filme sobre las pandillas en Nueva York incentivara a los jóvenes a evangelizar a esos grupos, pero se había olvidado de que televisaban un partido de fútbol y que asistiría poca gente. Cuando iba a comenzar la película, llegaron cinco motociclistas, todos vestidos de cuero. Esteban se puso pálido.