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Deja tus cargas

Un hombre que conducía su camioneta por un camino rural vio a una mujer que llevaba una carga pesada, así que se detuvo y ofreció llevarla. La mujer le dio las gracias y subió a la parte de atrás.

Nuestra fuente de provisión

En agosto de 2010, el mundo centró su atención en una mina de Chile. Treinta y tres mineros estaban atrapados unos 700 metros bajo tierra. No sabían si la ayuda llegaría. Después de 17 días, escucharon una perforadora… y apareció un pequeño agujero en el techo de la mina, al que le siguieron tres más, los cuales se convirtieron en el medio de suministro de agua, alimentos y remedios. Los mineros dependían de esos canales para contactarse con el exterior, donde los rescatadores tenían provisiones para que sobrevivieran. Sesenta y nueve días después, el último minero fue sacado sano y salvo.

Alguien por quien celebrar

Muchas escenas del pesebre muestran a los magos de oriente visitando a Jesús en Belén al mismo tiempo que los pastores. Sin embargo, según el Evangelio de Mateo, el único lugar de la Escritura donde se encuentra esta historia, los magos llegaron más tarde. Jesús ya no estaba en el pesebre del establo de una posada, sino en una casa. Mateo 2:11 nos dice: «Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra».

Escuchar a Dios

A mi hijo le encanta escucharme hablar, excepto cuando lo llamo con firmeza y en voz alta, y pregunto: «¿Dónde estás?». En esos casos, por lo general, lo estoy llamando porque se metió en algún lío y está tratando de esconderse. En realidad, mi intención es que mi hijo escuche mi voz porque me preocupo por su bienestar y no quiero que se haga daño.

Amor multiplicado

Cuando a una mujer de la iglesia de Carolina se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, la perspectiva era desalentadora. Esta cruel enfermedad afecta nervios y músculos y, finalmente, termina en parálisis. El seguro médico no cubría la asistencia domiciliaria, y el esposo de esta afligida mujer no soportaba la idea de ponerla en un centro de cuidados especiales.

Percepción y realidad

Don es un border collie que vive en una granja del sur de Escocia. Una mañana, salió con Tomás, su dueño, para ver unos animales, y fueron en una pequeña camioneta. Cuando llegaron, Tomás salió del vehículo, pero se olvidó de accionar el freno de mano. Con Don en el asiento del conductor, la camioneta bajó por una colina y cruzó una carretera… hasta que se detuvo. Para los conductores, parecía que el perro había salido a pasear en el auto. En realidad, las cosas no siempre son lo que parecen.

El regalo perfecto

En muchos países, las semanas posteriores a Navidad son las más ajetreadas del año, ya que la gente cambia los regalos por lo que realmente quiere. Sin embargo, hay personas que parecen dar siempre el regalo perfecto. ¿Cómo saben qué es lo que valora otra persona o lo apropiado para la ocasión? La clave del éxito al hacer un regalo no es el dinero, sino escuchar a los demás e interesarse en lo que ellos aprecian y disfrutan.

El tarro de gratitud

Susi quería madurar espiritualmente y ser más agradecida; entonces, empezó lo que llamó «el tarro de gratitud». Cada noche, escribía algo por lo que estaba agradecida a Dios y lo ponía en el tarro. A veces, tenía muchos motivos para alabar, pero en jornadas difíciles, luchaba por encontrar alguno. A fin de año, vació el tarro y leyó todas las notas. De pronto, vio que estaba dando gracias a Dios por todo lo que Él había hecho; cosas sencillas, como un hermoso atardecer o una noche fresca para salir a caminar, y otras situaciones en que había provisto su gracia para enfrentar una dificultad o había contestado una oración.

Hoy es el día

Nuestra nieta Maggie, de edad preescolar, y su hermana Katie, que va al jardín de infantes, llevaron varias mantas al patio trasero, donde construyeron una tienda para jugar. Ya habían estado allí durante un rato, cuando la madre escucho que Maggie la llamaba.

Tiempo a solas con Dios

Era una mañana atareada en el salón de la iglesia donde yo estaba ayudando. Casi una docena de niños hablaban y jugaban. Con tanta actividad, empezó a hacer calor en la habitación, y abrí la puerta. Un muchachito consideró que esa era su oportunidad de escaparse. Entonces, cuando pensó que nadie lo veía, salió de puntillas. Cuando estaba por alcanzarlo, no me sorprendió que estuviera yendo derecho hacia los brazos de su papá.