Un fuego pequeño
Un domingo de septiembre, por la noche, mientras la mayoría de la gente dormía, se desencadenó un pequeño fuego en la panadería de Thomas Farriner, en Pudding Lane. Al instante, las llamas se extendieron de una casa a otra, y Londres se vio envuelta en el Gran Incendio de 1666. Más de 70.000 personas quedaron sin casa por fuego que arrasó el 80% de la ciudad. ¡Tanta destrucción por un incendio tan pequeño!
Algo anda mal
L a mañana después de que nació nuestro hijo Allen, el médico se sentó cerca de mi cama y dijo: «Algo anda mal». Nuestro bebé, tan perfecto por fuera, tenía un defecto congénito y debía ser trasladado de inmediato a un hospital a más de 1.000 kilómetros para ser operado de urgencia.
Después de usted
En algunas culturas, se espera que un joven permita que una persona mayor entre primero a una habitación. En otras, entra antes el individuo más importante o de mayor rango. Al margen de las tradiciones, a veces, nos resulta difícil dejar que otro elija primero en cuestiones importantes; en especial, cuando ese derecho nos pertenece a nosotros.
Se escapa entre los dedos
Después de volcar torpemente mi vaso en la barra del restaurante, el líquido empezó a derramarse por el borde hasta el piso. Por la vergüenza, traté de atrapar el agua haciendo un hueco con las manos. Mis esfuerzos fueron inútiles, ya que casi toda la bebida se escapó entre los dedos. Al final, en la palma de mis manos, apenas quedó una pequeña cucharadita, mientras que mis pies estaban en medio de un charco.
Una buena herencia
L os abuelos Harris no tenían mucho dinero, pero se las arreglaban para hacer que cada Navidad fuera memorable para mis primos y para mí. Siempre había mucha comida, diversión y amor. Además, desde niños, aprendimos que quien hizo posible esta celebración fue Jesús.
Brazos abiertos
El día que mi esposo y yo empezamos nuestra travesía de cuidar a nuestros padres ancianos, fue como tomarnos del brazo y sentir que estábamos cayendo por un precipicio. No sabíamos que, durante ese proceso, la tarea más difícil sería permitir que Dios examinara y moldeara nuestros corazones a fin de usar ese tiempo especial para que aprendiéramos nuevas maneras…
Entrevista sorpresiva
Una mañana, temprano, un pasajero empujó e insultó a otro que se le cruzó mientras viajaban en un tren repleto de gente en Londres. Fue esa clase de situaciones desafortunadas y sin sentido que no se resuelven. Pero, al rato, sucedió algo inesperado. El gerente de una empresa envió un breve mensaje a sus amigos en una red social: «¿Adivinen quién apareció para una entrevista de trabajo?». Su explicación hizo que gente en todo el mundo se sonriera. ¿Te imaginas ir a una entrevista de trabajo y descubrir que la persona que te recibe es la que poco antes habías insultado?
No soy yo
Hace poco, durante unas vacaciones, le di descanso a mi afeitadora y me dejé la barba. Hubo varias reacciones de amigos y compañeros de trabajo… en su mayoría, elogios. Pero, un día, me miré y dije: «No soy yo». Así que reapareció la maquinita.
¡Mayday!
L a señal internacional de socorro, Mayday, siempre se repite tres veces seguidas para que se entienda claramente que la situación implica riesgo de vidas. Frederick Stanley Mockford, oficial jefe de radiofonía del ya inactivo Aeropuerto Croydon en Londres, creó esta palabra en 1923. Según el Museo Nacional Marítimo, Mayday surge de la palabra francesa m’aidez (en español, se pronuncia medé), que significa «ayúdenme».
Extranjeros
Un joven refugiado africano, llamado Esteban, es un hombre sin nación. Cree que nació en Mozambique o en Zimbabue, pero nunca conoció a su padre, y su madre murió. Sin identificación e incapaz de demostrar dónde había nacido, Esteban entró en una estación de policía británica y pidió que lo arrestaran. La cárcel le parecía mejor que vagar por las calles, sin derechos ni beneficios ciudadanos.