Disfruta de la vista
Las puestas de sol. Las personas suelen dejar lo que están haciendo para observarlas… les sacan fotos… disfrutan de la hermosa vista.
En casa con Jesús
«No hay lugar como el hogar». Esta frase refleja un anhelo profundo de tener un lugar para descansar, para estar y al cual pertenecer. Jesús habló de este deseo de echar raíces cuando, después de haber cenado por última vez con sus amigos, mencionó su inminente muerte y resurrección. Prometió que, aunque se iría, volvería a buscarlos. Además, les prepararía un lugar… un lugar donde vivir. Un hogar.
Él entiende y le importa
Cuando le preguntaron si creía que la ignorancia y la apatía eran problemas de la sociedad moderna, un hombre bromeó: «No sé ni me interesa».
El precio del amor
Mientras nos despedíamos de mis padres, mi hija rompió en llanto. Después de visitarnos en Inglaterra, ellos regresaban a Estados Unidos. «No quiero que se vayan», dijo ella. Comencé a consolarla, y mi esposo señaló: «Me temo que ese es el precio del amor».
Recuerda la cruz
En la iglesia donde asisto, hay una cruz inmensa en frente del santuario. Representa la cruz original donde Jesús murió. Allí, Dios permitió que su Hijo perfecto muriera por cada cosa mala que hicimos, dijimos o pensamos. En la cruz, Jesús consumó la obra necesaria para salvarnos de la muerte que merecíamos (Romanos 6:23).
Desamparado por nosotros
¿Te resulta más fácil tolerar el dolor teniendo un amigo cerca? Se hizo un estudio fascinante para responder esta pregunta, y ver cómo reaccionaba el cerebro frente a la posibilidad del dolor.
Soltarse el cabello
Poco antes de que crucificaran a Jesús, una mujer llamada María derramó una botella de un caro perfume sobre los pies del Señor. Después, en un acto aun más osado, le secó los pies con su cabello (Juan 12:3). María no solo sacrificó lo que posiblemente eran los ahorros de toda su vida, sino también su reputación. En esa cultura, las mujeres respetables nunca se soltaban el cabello en público. Pero, al verdadero adorador, no le preocupa lo que piensen los demás (2 Samuel 6:21-22). Para adorar a Jesús, María estuvo dispuesta a que pensaran que ella era indecente; quizá incluso inmoral.
¿Por qué perdonar?
Cuando una amiga me traicionó, sabía que tendría que perdonarla, pero no estaba segura de poder hacerlo. Sus palabras me hirieron profundamente, y me sentí aguijonada por el dolor y el enojo. Aunque hablamos y le dije que la perdonaba, durante mucho tiempo, cada vez que la veía, sentía puntadas de dolor, y me di cuenta de que todavía albergaba algo de resentimiento. Sin embargo, un día, Dios respondió mis oraciones y me dio la capacidad de dejar atrás todo por completo. Por fin, era libre.
Nuestro mejor Amigo
Cuando tenía doce años, mi familia se mudó a una ciudad en el desierto. Después de la clase de gimnasia, en medio del calor, salíamos corriendo a tomar agua. Como era delgado y pequeño, a veces, me empujaban para adelantarse a tomar agua. Un día, mi amigo José, que era grande y fuerte, vio lo que me sucedía. Estiró su brazo y exclamó: «¡Oigan! ¡Dejen que Banks beba primero!». Nunca volví a tener problemas en el bebedero.
Un periplo de fe
Desde su primera publicación en 1880, la novela de Lew Wallace, Ben-Hur, nunca se dejó de imprimir. Se lo ha llamado el libro cristiano más influyente del siglo xix, y hoy sigue atrayendo lectores, ya que entrelaza la historia verdadera de Jesús con la ficticia de un joven príncipe judío, Judah Ben-Hur.