Espera tu turno
En nuestro patio, tenemos un antiguo cerezo. Como lucía caído y moribundo, llamé a un arbolista. El hombre lo revisó y declaró que estaba «excesivamente estresado» y que necesitaba atención inmediata. «Espera tu turno», murmuró mi esposa Carolyn. Había sido una de esas semanas.
Obras de arte
Mi padre crea aljabas personalizadas para arqueros, y talla imágenes silvestres sobre cuero antes de coser el material.
El juego del escondite
«¡No me pueden ver!».
Servir y ser servido
Hacía semanas que Marilín estaba enferma, y muchos la habían animado en ese tiempo difícil. ¿Cómo podré compensarlos por su amabilidad?, pensaba, preocupada. Entonces, un día, leyó: «Ora para que [los demás] desarrollen humildad, lo cual no solo les permita servir, sino también ser servidos». De repente, Marilín se dio cuenta de que no hacía falta equilibrar ninguna balanza, sino simplemente dar gracias y permitir que los demás experimentaran el gozo de servir.
En su presencia
El hermano Lorenzo, un monje del siglo xvii, oraba así antes de empezar su día laboral: «Señor mío, […] concédeme la gracia para permanecer en tu presencia. Ayúdame en mis tareas. Controla todos mis afectos». Mientras trabajaba, seguía hablando con Dios. Incluso cuando estaba más ocupado, usaba los momentos de relativa calma para pedir su gracia, buscar y encontrar el amor de su Hacedor.
¿Cuánto más?
En octubre de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, Oswald Chambers llegó a un centro de capacitación militar cerca de El Cairo, en Egpto, para servir como capellán de la Asociación Cristiana de Jóvenes entre los soldados británicos. Una noche, 400 hombres llenaron la tienda para escuchar su sermón titulado: «¿Para qué sirve la oración?». Más tarde, cuando habló individualmente con hombres que intentaban encontrar a Dios en medio de la guerra, Oswald citó muchas veces Lucas 11:13: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?».
Un gran amor
Hace poco, llevamos a Moriah, nuestra nieta de 22 meses, a dormir a casa por primera vez sin sus hermanos mayores. Le brindamos muchísimo amor y atención ininterrumpida, y nos divertimos haciendo lo que a ella le gusta. Al día siguiente, después de llevarla a su casa, nos despedimos y nos dirigimos a la puerta. Entonces, Moriah tomó su bolsito, que todavía estaba junto a la puerta, y comenzó a seguirnos.
¿Cuál es el mejor regalo?
Hace poco, mi esposo celebró un cumpleaños importante, de esos que terminan en cero. Con mis hijos, hablamos de mis muchas ideas, para que me ayudaran a elegir la mejor manera de honrarlo. Quería que nuestra celebración y el regalo reflejaran la importancia de una nueva década y lo valioso que él es para nuestra familia.
La buena Tierra
Mientras giraba alrededor de la luna en 1968, un astronauta del Apollo 8 describió el paisaje lunar como «un horizonte inquietante […], un lugar sombrío y desagradable». Después, la tripulación se turnó para leerle Génesis 1:1-10 al mundo que miraba. Cuando el comandante Borman terminó el versículo 10, «Y vio Dios que era bueno», concluyó: «Que Dios los bendiga a todos en la buena Tierra».
La mano de consuelo
Las notas de la enfermera decían: «Paciente agresivo».