Tiempo juntos
Camino a casa, después de la boda de un familiar, mi mamá me preguntó por tercera vez qué novedades había en mi trabajo. Una vez más, repetí algunos de los detalles, como si fuera la primera vez que se los contaba, mientras me preguntaba cómo podía lograr que mis palabras fueran más recordables. Mi mamá tiene Alzheimer, una enfermedad que va destruyendo la memoria, puede afectar la conducta y termina en la pérdida del habla… y más.
De muerte a vida
Cuando era joven, mi papá estaba viajando con un grupo de amigos a un evento deportivo en otra ciudad, cuando los neumáticos del auto se deslizaron en la ruta empapada por la lluvia. Tuvieron un accidente grave; uno de sus amigos quedó paralizado y otro murió. A mi papá lo declararon muerto y lo llevaron a la morgue. Sus padres, conmocionados y afligidos, fueron a identificarlo. Sin embargo, mi papá revivió de lo que resultó ser un coma profundo. Su lamento se transformó en alegría.
El vínculo de la paz
Cuando le envié un email a una amiga para confrontarla por una diferencia que habíamos tenido, no me respondió. ¿Me habría excedido? No quería empeorar las cosas acosándola, ni dejar todo sin resolver antes de que ella viajara al extranjero. Durante los días siguientes, cada vez que me venía a la mente, oraba por ella, sin saber cómo seguir. Entonces, una mañana, fui a caminar por el parque y la vi. Cuando me divisó, su rostro mostró el dolor que sentía. «Señor, gracias por permitirme hablar con ella», susurré mientras me acercaba con una sonrisa. Hablamos con sinceridad y pudimos resolver el problema.
Los ritmos de la gracia
Un amigo mío y su esposa, con poco más de 90 años de edad y 60 de casados, escribieron su historia familiar para dejar como legado. El último capítulo contiene importantes lecciones de vida. Una de ellas me hizo detenerme y examinarme: «Si descubres que el cristianismo te agota y te quita la energía, estás practicando una religión en lugar de disfrutar de una relación con Jesucristo. Caminar con el Señor no cansa; te vivifica y restaura tus fuerzas» (Mateo 11:28-29).
Considera las nubes
Un día, hace muchos años, mis hijos y yo estábamos acostados en el patio, mirando cómo pasaban las nubes. «Papá —me preguntó uno—, ¿por qué flotan las nubes?». «Bueno, hijo —empecé, con la intención de brindarle mi vasto conocimiento, pero después, me quedé en silencio—. La verdad que no lo sé— admití—, pero lo averiguaré».
Nada es inútil
En mi tercer año de pelear contra el desánimo y la depresión causados por una movilidad limitada y el dolor crónico, le confesé a una amiga: —Mi cuerpo se está cayendo a pedazos. Siento que no tengo nada de valor para ofrecerle a Dios ni a nadie.
Posturas del corazón
Cuando mi esposo toca la armónica en la iglesia, a veces, cierra los ojos. Dice que lo ayuda a concentrarse y aislar las distracciones para alabar a Dios; solo están su armónica, la música y él.
¿Dónde está Wally?
Wally es la estrella de ¿Dónde está Wally?, una conocida serie de libros infantiles. Wally se esconde en escenas abarrotadas, invitando a los niños a que lo encuentren. Padres de todo el mundo disfrutan al ver la alegría de sus hijos cuando encuentran a Wally.
Una razón para cantar
¡Cantar transforma el cerebro! Algunos estudios muestran que, cuando cantamos, nuestro cuerpo libera hormonas que alivian la ansiedad y el estrés. Otro indica que, cuando varias personas cantan juntas, sus latidos cardíacos se sincronizan.
Anillos y gracia
Cuando me miro las manos, recuerdo que perdí mis anillos de compromiso y de boda. Estaba haciendo varias cosas mientras empacaba para un viaje, y todavía no tengo idea de dónde terminaron.