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Héroe sobre el pecado

Hace poco, alguien me hizo una pregunta sumamente difícil: «¿Cuál es el período más largo que has pasado sin pecar? ¿Una semana, un día, una hora?». ¿Cómo respondemos a una pregunta así? Si somos sinceros, podríamos afirmar: «No puedo vivir ni un solo día sin pecar». O si consideramos la semana que pasó, podríamos ver que no le hemos confesado a Dios ni un solo pecado. Sin embargo, nos engañaríamos si dijéramos que no hemos pecado con nuestros pensamientos o acciones durante una semana.

A quien corresponda

Mi esposo y yo vivimos en una zona rural rodeada de granjas, donde este dicho es popular: «Si hoy comes, dale gracias a un granjero». Sin duda, los granjeros merecen nuestro agradecimiento, ya que hacen el trabajo abrasador y arduo de preparar la tierra, plantar las semillas y cosechar los alimentos que impiden que muramos de hambre.

Nuestro audaz Campeón

Cuando era niño, dormirme era un desafío. En cuanto mis padres apagaban las luces, la ropa que había amontonado sobre la silla tomaba la forma de un dragón enfurecido, y la idea de que algo estaba debajo de mi cama me causaba un pánico que me impedía dormir.

Sobre ayudar a otros

Cuando las tormentas de nieve sepultan las tierras de pastoreo, los hacendados son quienes se ocupan de alimentar a sus animales. Mientras esparcen el heno, los animales más fuertes se abren paso hacia el frente. Los tímidos o enfermos consiguen comer poco o nada, a menos que él intervenga.

Pieza de rompecabezas

En su fiesta de cumpleaños, la invitada de honor invirtió las cosas al darle un regalo a todos los presentes. Cristina le entregó a cada uno una nota donde expresaba lo que esa persona significaba para ella, junto con palabras alentadoras sobre lo que Dios había planeado para sus vidas. Además de la nota, incluyó una pieza de rompecabezas, como un recordatorio de que cada uno es único e importante en el plan divino.

Momentos embarazosos

Las luces titilantes de la policía me hicieron prestar atención a una mujer que había sido detenida por una infracción de tránsito. Mientras el oficial, con la libreta de multas en la mano, volvía a su auto, pude ver claramente a la conductora avergonzada y sentada impotente detrás del volante. Trataba de taparse la cara para que la gente que pasaba no la viera, con la esperanza de que no supieran quién era. Su proceder me recordó cuán embarazoso puede resultar cuando nuestras decisiones y sus consecuencias ponen de manifiesto cómo somos.

Diarios de tragedias

Yves Congar tenía solo diez años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial y la ciudad francesa donde vivía fue invadida por el ejército alemán. Su madre lo animó a llevar un diario, el cual se convirtió en una narración clara de una ocupación militar, con detalles coloridos. Registró una tragedia desde la perspectiva de un niño. Lo que había presenciado tuvo un impacto tan profundo en su vida que se sintió llamado a comunicarles a otros la esperanza que hay en Cristo.

Palabras paternales

Jim Davidson estaba escalando el Monte Rainier, cuando cayó por un puente de nieve en una grieta oscura y helada de un glaciar. Mientras estaba allí herido y ensangrentado, reflexionó sobre su niñez y recordó que su padre solía recordarle que podía lograr grandes cosas si se esforzaba en medio de la adversidad. Esas palabras lo ayudaron a soportar durante las cinco horas siguientes en que trepó por la pared de esa cueva oscura de hielo, con muy pocos elementos y bajo circunstancias extremadamente difíciles, hasta llegar a un lugar seguro.

La roca

En un viaje que hicimos con mi esposo, visitamos Plymouth Rock, un símbolo icónico de los Estados Unidos. La tradición sostiene que es el lugar donde los peregrinos, que llegaron a Norteamérica en el Mayflower en 1620, posaron por primera vez sus pies. Si bien nos encantó descubrir su significado, nos sorprendió y decepcionó que la piedra fuera tan pequeña. Nos enteramos de que por la erosión y la gente que se llevaba pedacitos, ahora solo mantiene un tercio de su tamaño original.

La bendición de dar

No tenía sentido que una viuda donara sus últimas monedas a una institución corrupta de Jerusalén, donde los escribas que dependían de esas ofrendas «[devoraban] las casas de las viudas» (Marcos 12:40). Pero en la acción de esa mujer, Jesús vio una muestra conmovedora de la actitud correcta hacia el dinero (vv. 41-44).