Dios sabe lo que sentimos
Silvia se sentía abrumada ante la lucha de su hijo con las adicciones. «¿Dios pensará que no tengo fe porque no puedo parar de llorar cuando oro?», preguntó.
Un gran final
Mi esposo y mi hijo estaban haciendo zapeo, y descubrieron que sus películas favoritas ya habían comenzado. Mientras disfrutaban viendo las escenas finales, la búsqueda se transformó en un juego. Se las arreglaron para encontrar ocho de sus películas preferidas. Frustrada, pregunté por qué no elegían una para mirar desde el principio. Mi esposo se rio. «¿A quién no le gusta un gran final?».
Accesible para todos
Desde un puente con ventana de cristal en la pequeña isla caribeña de Eleuthera, los turistas pueden admirar el contraste entre las agitadas aguas azules del Atlántico y las aguas calmadas y turquesas del Mar Caribe. A este puente se lo conoce como «el lugar más angosto de la tierra».
Vidas valiosas en Cristo
Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras buscaba desesperadamente mis anillos de boda. Después de una hora de revisar cada rincón y ranura de nuestra casa, Alan dijo: «Bueno. Compraremos otros».
Mentiras y verdad
Puse mi Biblia en el púlpito y miré los rostros ansiosos que esperaban que comenzara el mensaje. Había orado y estaba preparada. ¿Por qué no podía hablar?
Legado de bondad
Marta fue asistente de una maestra en una escuela primaria durante más de 35 años. Cada año, ahorraba dinero para comprar abrigos, bufandas y guantes para los alumnos necesitados. Después de perder su lucha contra la leucemia, tuvimos un servicio de recordación. En lugar de flores, la gente donó cientos de abrigos nuevos para los estudiantes que ella amó y sirvió. Muchos compartieron historias de las innumerables formas en que Marta los había alentado con palabras amables y acciones bondadosas. Sus compañeros docentes la honraron con una campaña anual de abrigos durante tres años después de su paso a la eternidad. Su legado de bondad continúa inspirando a otros a servir con generosidad a los necesitados.
Esperar con esperanza
Rogelio fue nuestro mesero durante unas vacaciones. En una conversación, le atribuyó a Jesús haberlo bendecido con Kaly, una esposa compasiva y con una fe fuerte. Después de tener a su primer bebé, Dios les dio la oportunidad de ayudar a cuidar a su sobrina, que tenía síndrome de Down. Poco después, su suegra necesitó que la llevaran a vivir con ellos para cuidarla.
Dador secreto
Para Christopher, un veterano de guerra físicamente discapacitado, las actividades cotidianas se habían vuelto más difíciles, le llevaban más tiempo e incrementaban su dolor. Sin embargo, hacía todo lo posible para servir a su esposa e hijo. Los que pasaban lo veían empujar una máquina para cortar el césped todas las semanas.
Visión renovada
Después de una cirugía menor en mi ojo izquierdo, el doctor recomendó hacerme un examen de la visión. Confiadamente, me tapé un ojo y pude leer todo bien, pero al cubrir el otro, me sorprendí… ¿cómo no me di cuenta de que estaba tan ciega?
Trabajar juntos
José trabajaba más de doce horas al día. Comenzar una organización benéfica exigía tanto tiempo y energía que le quedaba poco para dedicar a su esposa y sus hijos cuando llegaba a su casa. Cuando el estrés crónico terminó enviándolo al hospital, un amigo se ofreció a organizar un equipo para ayudarlo. José accedió a confiar en su amigo —y en Dios— y delegó responsabilidades al grupo de personas que escogieron juntos. Un año más tarde, admitió que la organización y su familia jamás habrían podido prosperar si él hubiera rechazado la ayuda que Dios le había enviado.