¡No temas!
Casi siempre que aparece un ángel en la Biblia, lo primero que dice es: «¡No temas!». ¡Claro! Cuando lo sobrenatural se contacta con el planeta Tierra, suele dejar a los observadores humanos postrados de miedo. Pero Lucas habla de una aparición en una forma que no atemoriza. En Jesús, nacido entre animales y colocado en un pesebre, Dios se nos acercó de un modo al que no debemos temerle. ¿Qué puede ser menos aterrador que un recién nacido?
El Señor habla
En el libro de Job, podemos encontrar casi cualquier argumento sobre por qué hay sufrimiento en el mundo, pero la discusión no parece ayudar mucho a Job. Su crisis es más de relación que de duda. ¿Puede él confiar en Dios? Lo que más desea es que se le aparezca la única Persona que puede explicarle su triste situación. Quiere encontrarse con Dios, cara a cara.
Romper el silencio
Al final del Antiguo Testamento, Dios parece estar escondido. Durante cuatro siglos, los judíos esperan y se preguntan qué sucede. Dios parece inactivo, desinteresado y sordo ante las oraciones. Resta solo una esperanza: la antigua promesa de un Mesías. Entonces, ocurre algo maravilloso: se anuncia el nacimiento de un bebé.
La buena Tierra
Mientras giraba alrededor de la luna en 1968, un astronauta del Apollo 8 describió el paisaje lunar como «un horizonte inquietante […], un lugar sombrío y desagradable». Después, la tripulación se turnó para leerle Génesis 1:1-10 al mundo que miraba. Cuando el comandante Borman terminó el versículo 10, «Y vio Dios que era bueno», concluyó: «Que Dios los bendiga a todos en la buena Tierra».
Una comunidad que edifica
Según Henri Nouwen, «comunidad» es el lugar donde vive la persona con la que menos quisieras vivir. A menudo, nos rodeamos de aquellos con quienes más queremos vivir, y formamos un grupo cerrado, no una comunidad. Cualquiera puede formar un club; pero hace falta buena voluntad, una visión compartida y mucho esfuerzo para formar una comunidad.
Gracia total
L a enseñanza de Jesús sobre los ideales absolutos y la gracia total parece contradictoria.
El rostro de Dios
Gran parte de mi carrera como escritor ha girado en torno al tema del sufrimiento. Vuelvo una y otra vez a la misma pregunta, como si hubiera una antigua herida que no se ha curado. Quienes leen mis libros parecen ponerles rostro a mis dudas. Recuerdo a un joven pastor que me llamó tras saber que su esposa y su hijita morirían de SIDA por una transfusión de sangre infectada, y preguntó: «¿Cómo puedo hablarles a mis jóvenes del amor de Dios?».
¿Le intereso a alguien?
Mientras espero para pagar en el supermercado, miro alrededor y veo jóvenes con la cabeza afeitada y anillos en la nariz buscando patatas fritas embolsadas; un joven profesional comprando carne, espárragos y patatas; y una anciana observando los duraznos y las fresas. Me pregunto: ¿Conoce Dios el nombre de todas estas personas? ¿Realmente le interesan?
La ayuda mutua
«El cuerpo de Cristo» se utiliza más de 30 veces en el Nuevo Testamento. Pablo usa esta frase como una imagen de la Iglesia. Tras ascender al cielo, Jesús dejó su misión en manos de hombres y mujeres imperfectos e ineptos. Él asumió el papel de Cabeza de la Iglesia, y dejó las tareas de brazos, piernas, orejas, ojos y voz a discípulos erráticos… a ti y a mí.
Sin temor
Casi siempre que aparece un ángel en la Biblia, lo primero que les dice a quienes lo ven es que no teman (Daniel 10:12, 19; Mateo 28:5; Apocalipsis 1:17). Es comprensible, ya que, cuando lo sobrenatural se pone en contacto con nuestro planeta, suele aterrorizar de tal manera a los seres humanos que estos caen postrados. Sin embargo, Lucas habla de una manifestación de Dios en la Tierra de una forma que no asusta. En Jesús, Dios halló finalmente una manera de acercarse que no debe generarnos miedo. ¿Qué podría asustar menos que un bebé que acaba de nacer?