Discipulado básico
Como no soy la clase de hombre «arregla todo», hace poco tuve que llamar a un amigo que es sumamente habilidoso, para hacer algunas reparaciones en mi casa. Cuando llegó, le entregué la lista que había preparado, pero, para sorpresa mía, ¡me dijo que yo mismo haría los arreglos! Me mostró cómo hacerlos, me dio instrucciones mientras los hacía y se quedó a mi lado. Seguí su ejemplo y reparé todo con éxito. Este proceder se asemeja a lo que Jesús hizo cuando llamó a Sus primeros discípulos.
Acatar la orden
Estuve leyendo sobre el capitán Ray Baker, integrante del Comando Aéreo Estratégico, durante la Guerra de Vietnam. La fuerza aérea lo entrenó, junto con los otros pilotos, para correr desde las barracas a sus aviones ante el sonido de un timbre. Muchas veces, mientras comía, tenía que dejar los utensilios y salir disparado hacia su bombardero. Había sido entrenado para responder al llamado con obediencia inmediata. Estaba tan bien capacitado que, un día, mientras estaba de licencia, salió corriendo de un restaurante cuando oyó sonar un timbre.
Nada de palabrotas
En noviembre de 2008, la Corte Suprema de los Estados Unidos debatió sobre los límites constitucionales del lenguaje profano. El Comité Federal de Comunicaciones citó a una empresa de radiodifusión nacional por haber permitido que dos animadores usaran al aire dos palabrotas de uso corriente. La compañía argumentó que las palabrotas «fugaces» sin una evidente connotación sexual no debían sancionarse. Otros replicaron diciendo que nuestro deber es proteger a los niños de dicho lenguaje.
Cópienme
Un día, al sentarnos a la mesa, mi hijo mayor comenzó a protestar diciendo que su hermanita «siempre» copiaba lo que él hacía. Cuando ella lo imita al reírse o al comer las papas fritas antes que la hamburguesa, él se enoja. Mi esposa y yo tratamos de hacerle entender que esa era su oportunidad de influir en ella al ser un buen ejemplo.
El diablo me obligó
En marzo de 2009, en el estado de Washington, una mujer de 62 años fue acusada de robar más de 73.000 dólares de la iglesia adonde asistía. Cuando los detectives la interrogaron, dijo: «Satanás tuvo una gran participación en el robo». Suena como si dijera que el diablo la obligó a hacerlo.
Rescatado
Un sudafricano sorprendió a nueve hombres robando en su casa. Siete escaparon, pero el dueño se las ingenió para arrastrar a dos hacia la piscina en el patio posterior de la casa. Cuando se dio cuenta de que uno de los ladrones no sabía nadar, se zambulló al agua para salvarlo. El periódico The Cape Times informó que, una vez fuera del agua, el ladrón mojado llamó a sus amigos para que volvieran. Luego sacó un cuchillo y amenazó al hombre que acababa de rescatarlo. El dueño de la casa dijo: «Todavía estábamos cerca de la piscina, así que, cuando vi el cuchillo, simplemente lo volví a empujar al agua. Pero, como buscaba aire desesperado y se estaba ahogando, lo volví a rescatar».
Detenerse a ayudar
El Dr. Scott Kurtzman, jefe de cirugía del Waterbury Hospital, en Connecticut, iba camino a dar una conferencia cuando presenció un terrible accidente que involucró 20 vehículos. El doctor se puso inmediatamente en acción, se abrió paso entre los trozos de metal, y comenzó a gritar: «¿Quién necesita ayuda?». Después de prestar asistencia durante 90 minutos, y una vez que las víctimas fueron llevadas a hospitales regionales, el Dr. Kurtzman comentó: «Una persona con capacitación como la mía, simplemente no puede pasar de largo sin atender a una persona herida. Me niego a vivir mi vida sin actuar así».
Derrotar gigantes
En 1935, el equipo de debate de Wiley College, una escuela de Texas, pequeña, sin categoría y con alumnos de raza negra, inesperadamente derrotó a los campeones, todos de raza blanca, de la Universidad de Southern California. Un caso clásico del desconocido que triunfa sobre un gigante nacional.
Pedacito de cielo
Hace un tiempo, mi esposa encontró a una mujer que necesitaba transporte. Al pensar que quizá Dios había preparado la situación, aceptó llevarla. En el trayecto, la mujer le contó que era creyente, pero que estaba luchando contra un problema de drogadicción. Mi esposa escuchó a esta angustiada mujer y luego le habló. Mientras le daba esperanzas sobre un mañana mejor, creo que, en cierta medida, esa mujer experimentó un pedacito de cielo en la tierra.
Malos ejemplos
En Oregón, una mujer fue interceptada mientras conducía a 170 km por hora, con su nieto de 10 años en el automóvil. Cuando la policía la detuvo, les dijo que sólo estaba tratando de enseñarle al niño a no conducir nunca a esa velocidad. Supongo que quería que él hiciera lo que ella decía, no lo que hacía.