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Articles by Julie Schwab

Paz en el caos

Juana se despertó al oír algo parecido al ruido de petardos. Un vidrio se rompió. Como vivía sola y no le quedaba opción, se levantó para ver qué sucedía. La calle oscura estaba vacía y la casa parecía estar bien… pero después, vio el espejo roto.

El amor de Dios es más fuerte

En 2020, Alyssa Mendoza recibió un sorprendente email de su padre con instrucciones sobre qué hacer por su madre en su 25.° aniversario de casados. ¿Por qué fue extraño? Su padre había fallecido diez meses antes. Alyssa descubrió que él lo había escrito y programado para enviarlo mientras estaba enfermo, sabiendo que quizá ya no estaría. También había arreglado y pagado para que le enviaran flores a su esposa para su cumpleaños, futuros aniversarios y días de San Valentín de los años siguientes.

Está bien lamentarse

Caí de rodillas y mis lágrimas llegaron hasta el suelo. Clamé: «Dios, ¿por qué no te ocupas de mí?». Fue durante la pandemia de COVID-19 en 2020. Hacía un mes que me habían despedido del trabajo y algo no había funcionado con mi seguro de desempleo. El dinero que prometió el gobierno no había llegado. Pero en lo profundo, confiaba en que Dios solucionaría todo. Sabía que Él me amaba y que se ocuparía de mí, pero en ese momento, me sentí abandonada.

En cuarentena por el miedo

En 2020, una pandemia de coronavirus dejó al mundo en pánico. La gente quedó en cuarentena, se cerraron los países, y se cancelaron vuelos y eventos importantes. Graham Davey, un experto en ansiedad, cree que los boletines de noticias negativos «suelen empeorar la tristeza y la ansiedad en la gente». Un meme mostraba a un hombre que miraba las noticias por televisión y preguntaba cómo dejar de preocuparse. En respuesta, alguien se acercaba y apagaba el televisor, ¡sugiriendo que la respuesta podría ser un cambio de enfoque!

Conocer su voz

Un verano, para la escuela bíblica de vacaciones, la iglesia de Carlos decidió llevar animales vivos para ilustrar la historia bíblica. Cuando llegó para ayudar, le pidieron que hiciera entrar una oveja. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para entrarla al gimnasio. Pero a medida que avanzó la semana, todo fue más sencillo; simplemente, llamaba a la oveja y esta lo seguía, sabiendo que podía confiar en él.

Nunca demasiado pecador

«Si tocara una Biblia, se prendería fuego en mis manos», dijo mi profesora de inglés de la universidad. Me sentí descorazonada. La novela que habíamos estado leyendo esa mañana mencionaba un versículo bíblico, y cuando saqué mi Biblia para buscarlo, ella vio y comentó eso. Al parecer, pensaba que era demasiado pecadora para ser perdonada. Aun así, no fui lo suficientemente valiente como para hablarle del amor de Dios y de que la Biblia nos dice que siempre podemos buscar su perdón.

La herencia no se gana

«Gracias por la cena, papá», dije mientras ponía mi servilleta en la mesa del restaurante. Había vuelto a casa durante unas vacaciones de la universidad, y después de haberme ido desde hacía tiempo, me pareció extraño que mis padres pagaran por mí. «De nada, Julie —respondió mi padre—; pero no tienes que agradecerme todo el tiempo. Sé que te has…

¿Importa lo que hacemos?

Me tomé la frente con la mano, mientras suspiraba diciendo: «No sé cómo voy a terminar todo esto». La voz de mi amiga gruñó por el teléfono: «No te desprecies tanto. Estás haciendo muchísimo». Y luego, enumeró las cosas que yo estaba tratando de hacer: mantener un estilo de vida saludable, trabajar, tener buenas calificaciones en la universidad, escribir y…

¿Espiritualmente exhausto?

«Emocionalmente, a veces, hacemos en una hora el trabajo de un día», escribe Zack Eswine en su libro El pastor imperfecto. Aunque se refería específicamente a las cargas que suelen llevar los pastores, es una verdad general. Las emociones y las responsabilidades pesadas pueden dejarnos física, mental y espiritualmente exhaustos. Y lo único que queremos es dormir.

Con una lente nueva

«¿No es maravilloso mirar un árbol y ver las hojas individuales en vez de un borrón verde?», dijo mi papá. En ese momento, yo tenía 18 años y no me encantaba la idea de usar anteojos, pero estos me cambiaron la manera de ver todo, ¡haciendo que lo borroso fuera bello!