Decisión inmutable
Uno de los grandes privilegios de trabajar en el Instituto Bíblico Moody era oír relatos de graduados de esa institución que habían impactado al mundo con el mensaje de Cristo. Sus historias de sacrificio, perseverancia y pasión por el evangelio eran estimulantes.
Tecnología de punta
En lo que respecta a las comunicaciones, la tecnología de punta invade cada vez más nuestro mundo. La popularidad de ciertas cosas como mensajes de texto, Twitter y Facebook puede hacer que algunos piensen que la Biblia es un producto antiguo. Las personas con mentalidad tecnológica podrían sentirse afectadas porque la Palabra de Dios no emite sonidos ni tiene gráficos ingeniosos. Pero lo cierto es que hay más capacidad tecnológica en la Biblia que en cualquier avanzada herramienta comunicacional que nuestro mundo conozca.
Ofrenda digna
Me alegré mucho cuando un amigo mutuo le regaló una Biblia a mi vecina. Sin embargo, ella me dijo que había dejado de leerla ya que no podía entender por qué Dios había sido tan injusto como para rechazar la ofrenda de Caín. «Después de todo —dijo ella—, como era granjero, simplemente le presentó a Dios lo que tenía. ¿Esperaba Dios que él comprara alguna otra clase de sacrificio para ofrecerle?». Es lamentable, pero ella no había entendido la idea.
Buscar satisfacción
En lo que respecta a resolver rompecabezas, todos sabemos que, para disfrutar de un resultado satisfactorio, se necesitan todas las piezas. En muchos aspectos, lo mismo sucede con la vida. Pasamos los días acomodando cosas, con la esperanza de elaborar un cuadro completo uniendo todas las partes desparramadas.
¿Nuestro copiloto?
La calcomanía para parachoques que dice «Jesús es mi copiloto» tal vez sea bien intencionada, pero siempre me ha preocupado. Cuando yo estoy en el asiento del conductor de mi vida, el destino nunca es bueno. La función de Jesús no es ser simplemente un «copiloto» espiritual que da instrucciones de vez en cuando, sino que siempre tiene que estar en el asiento del conductor. ¡Y punto!
Agentes de cambio
Con cuatro años de seminario como experiencia, me lancé a mi primer ministerio con una amplia agenda de actividades. Como pastor nuevo, pensé que estaba allí para cambiar ese lugar. Sin embargo, Dios utilizó ese sitio para cambiarme a mí.
Amar a Dios
Poco después de casarnos, yo pensé que conocía el atajo exacto para llegar al corazón de mi esposa. Una noche, llegué a casa con un ramo de una docena de rosas escondido tras mis espaldas. Cuando le di las flores a Martie, ella me agradeció gentilmente, olió el perfume y las llevó a la cocina. Lejos estaba de la reacción que yo había esperado.
¿Quién eres?
Si alguien te preguntara, «¿quién eres?», supongo que le contarías un poco de ti y de lo que haces. Por ejemplo: «Soy electricista» o «soy enfermera». Sin embargo, eso no es lo que realmente eres, sino lo que haces. Lo cual lleva a preguntar: «Si lo que haces es lo que eres, ¿quién serás cuando dejes de hacer lo que haces?».
Al rescate
Hace poco, Marty y yo viajamos a algunas ciudades importantes en varios países. Quedamos abrumados ante lo perdido que está nuestro mundo, y tristes por los millones de personas que nunca han escuchado el mensaje de la gracia salvadora de Jesús. La idea de alcanzar a nuestro planeta para Cristo se tornó irresistible.
En dirección correcta
Una de las experiencias más difíciles en mis años como pastor fue decirle a una hermana, miembro de la iglesia, que su esposo, su hijo y su suegro se habían ahogado en un accidente en un bote. Sabía que la noticia le destrozaría la vida.