Todos juntos ahora
Mientras un hombre abordaba un tren en Perth, Australia, se le trabó la pierna entre la plataforma y un vagón. Los guardias de seguridad no podían liberarlo, entonces, coordinaron los esfuerzos de casi 50 pasajeros, quienes, a la cuenta de tres, empujaron el tren hacia el costado. Ese trabajo en conjunto desplazó el vagón lo suficiente para liberar la pierna del hombre.
Ver bien
Ringo parece un perro fuerte; grande, musculoso, con pelo grueso, ¡y pesa más de 45 kilos! Aun así, su dueño lo lleva a hogares de ancianos y a hospitales para hacerlos sonreír.
Corre hacia mí
Mientras caminábamos por un parque de la ciudad, mi hijo y yo nos encontramos un par de perros sueltos. Aparentemente, los dueños no se dieron cuenta de que uno de ellos había empezado a intimidar a mi hijo, quien trataba de espantarlo, pero lo único que lograba era que el animal lo molestara cada vez más.
La decisión de cambiar
Mi hijo compró un pequeño robot y se divertía programándolo para que hiciera tareas sencillas: avanzar, detenerse y retroceder. Incluso, hacía que sonara y reprodujera ruidos. El robot hacía solamente lo que mi hijo le decía. Nunca reía espontáneamente ni giraba en otra dirección, ya que no podía elegir.
Admirador de por vida
Cade Pope, un niño de doce años, envió por correo 32 cartas manuscritas; una para cada directivo de la Liga Nacional de Fútbol (NFL) de los Estados Unidos, en la que decía: «A mi familia y a mí nos encanta el fútbol. Participamos en las competiciones del fútbol de fantasía por Internet y miramos los partidos todos los fines de semana […]. ¡Estoy listo para elegir un equipo para alentar por el resto de mi vida!».
Alabar y pedir
Una organización cristiana de ayuda a jóvenes en situación de riesgo, en Nueva York, nació de un compromiso inusual con la oración. Su fundador vendió su televisor y dedicó el tiempo que pasaba mirando televisión (dos horas por noche) a orar. A los pocos meses, no solo entendió mejor lo que quería emprender, sino que también aprendió a lograr un equilibrio entre alabar a Dios y pedirle ayuda.
El flotador
L a luz del sol brillaba sobre la piscina frente a mí. Oí que un instructor le hablaba a un estudiante que había estado en el agua bastante tiempo. Dijo: «Parece que te estás cansando. Cuando estés agotado y en agua profunda, usa el flotador».
Calificado con gracia
L os ojos azules de mi hijo brillaban de emoción mientras me mostraba lo que había traído a casa de la escuela. Era una prueba de matemáticas, marcada con una estrella roja y con la calificación máxima. Mientras mirábamos el examen, me dijo que todavía no había respondido tres preguntas cuando la maestra le dijo que ya no había más tiempo. Desconcertada, le pregunté por qué había recibido una puntuación perfecta. Él respondió: «Porque mi maestra me trató con gracia. Me dejó terminar la prueba aunque se había acabado el tiempo».
Con riesgo de caerse
Cuando mi amiga Elaine se recuperaba tras una caída tremenda, un empleado del hospital le colocó una pulsera de color amarillo brillante que decía: Riesgo de caída. La frase quería decir que debían tratarla con cuidado, que ella quizá no tenía buen equilibrio y que la ayudaran a ir de un lugar a otro.
Imperfectos
En su libro Jumping Through Fires [Saltando entre llamas], David Nasser narra la historia de su travesía espiritual. Antes de conocer a Cristo como Salvador, se hizo amigo de un grupo de jóvenes cristianos. Aunque, por lo general, sus compañeros eran generosos, encantadores y con una mente abierta, David vio que uno de ellos le mintió a su novia. Al tiempo, ese joven reconoció su error y le pidió a ella que lo perdonara. Este incidente hizo que David se acercara más a sus amigos creyentes. Comprendió que ellos necesitaban de la gracia tanto como él.