¿Quién soy?
Hace años, el mundialmente famoso evangelista Billy Graham tenía programado hablar en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, pero no se sentía capacitado para dirigir la palabra ante aquellos pensadores sofisticados. No tenía títulos importantes ni había asistido a ningún seminario. Le confesó a un amigo íntimo: «No recuerdo haberme sentido nunca tan inadecuado y totalmente incompetente para una misión». Oró a Dios pidiendo ayuda, y Él lo utilizó para compartir la sencilla verdad del evangelio y la cruz de Cristo.
Un padre ejemplar
Cuando pienso en mi padre, me viene a la mente esta frase: «Él no me dijo cómo vivir; vivió y me dejó ver cómo lo hacía». Durante mi juventud, lo observé caminar con Dios: participaba en las reuniones de la iglesia los domingos por la mañana, enseñaba en una clase bíblica para adultos, ayudaba a contar el dinero de las ofrendas y era diácono. Fuera de la iglesia, defendía fielmente el evangelio y leía la Biblia. Lo vi expresar su amor al Señor mediante acciones visibles.
Una salida
La carretera 77, que atraviesa los Apalaches en Virginia Occidental, Estados Unidos, tiene unas rampas para emergencias o de escape. Estas salidas están en una parte de la carretera donde el nivel desciende unos 400 metros (1.300 pies) en solo 10 km (6 millas). Esta brusca pendiente, combinada con las curvas, puede generar problemas a los automovilistas; en especial, a los camioneros.
La confrontación
Después de que una librería local reacomodó sus estantes, observé que los títulos sobre brujería y hechicería habían aumentado. Es más, la sección sobre religión se había convertido en una virtual «confrontación» entre la luz y la oscuridad. Los títulos cristianos se encontraban de un lado del pasillo, mientras que casi la misma cantidad de libros de ocultismo estaban del otro.
Reglas del desapego
En su libro Throw Out Fifty Things [Deshazte de cincuenta cosas], Gail Blanke bosqueja cuatro «reglas del desapego» para ayudar a la gente a liberarse del abarrotamiento en su vida. La primera declara: «Si [tal cosa] te aplasta, te atasca o simplemente te hace sentir mal, tírala, regálala, véndela, suéltala, y sigue adelante».
Roca de refugio
Durante unas vacaciones, caminaba por la orilla de un gran lago. Al acercarme a un montón de rocas, noté un pequeño hueco entre ellas y vi que una pequeña planta se había arraigado allí. Parecía estar absorbiendo la cantidad justa de luz solar y de agua, y también obtenía algo más: protección. Ni los aguaceros ni las tormentas de viento afectarían sus delicadas hojas.
Asunto inconcluso
A los 99 años, Leo Plass recibió su título universitario. Había dejado de cursar sus estudios terciarios de magisterio durante la década de 1930, para poder ganar dinero trabajando en la industria maderera. Setenta y nueve años después, completó las tres materias que le faltaban para graduarse y terminar este importante asunto inconcluso en su vida.
Patria celestial
Cuando era jovencita, una tarde, mi mejor amiga de la escuela secundaria y yo salimos a andar a caballo. Lentamente, cabalgamos por campos con flores silvestres y frondosas arboledas. Pero cuando dimos la vuelta en dirección al granero, los caballos partieron hacia la casa a todo galope. Nuestros amigos equinos sabían que era hora de que les dieran comida y una buena cepillada, y estaban ansiosos por llegar.
Un ruego por oraciones
Hace poco, una misionera visitó el grupo de estudio bíblico al que asisto. Describió lo que había significado embalar las cosas de su casa, despedirse de sus amigos e instalarse en un país lejano. Cuando llegaron, fueron recibidos por un floreciente tráfico de drogas y muchas carreteras peligrosas. La barrera del idioma les generó ataques de soledad, contrajeron varios virus estomacales y la hija mayor casi se mata al caerse por encima del pasamano en una escalera insegura. Necesitaban oración.
Fiel hasta el final
Después de correr 32 kilómetros (20 millas) en la Maratón Salomon Kielder, en Gran Bretaña, un corredor salió del recorrido y tomó un autobús hasta una zona boscosa cerca de la llegada. Entonces, volvió a entrar en la carrera y reclamó el tercer puesto. Cuando los oficiales lo interrogaron, declaró que había dejado de correr porque estaba cansado.