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Articles by Jennifer Benson Schuldt

Vestido para engañar

Mientras escalaba unas montañas, un cazador divisó un carnero que no se parecía al resto del rebaño. Al acercarse para verlo, se dio cuenta de que el extraño animal era un hombre disfrazado. Cuando las autoridades lo contactaron para averiguación, declaró que su disfraz era un traje de pintor cubierto de lana, y que estaba probándolo para salir de cacería.

Amor verdadero

Durante el ensayo de la ceremonia de bodas de mi hermano, mi esposo tomó una foto de los novios mientras se miraban delante del pastor. Más tarde, nos dimos cuenta de que el flash de la cámara había iluminado una cruz de metal en el fondo, la cual aparecía como una imagen resplandeciente encima de la pareja.

Dios oye

Después de haber leído varios libros para niños con mi hija, le dije que iba a leer durante un rato uno para adultos, y que después, volveríamos a ver otras historias juntas. Abrí mi libro y empecé a leer en silencio. Poco después, ella me miró extrañada y observó: «Mami, me parece que no estás leyendo de verdad». Supuso que, como no hablaba, no estaba procesando las palabras.

Ladrillos sin paja

Muchos enfrentamos el desafío de trabajar con recursos limitados. Con menos dinero, menos tiempo, energía reducida y pocos ayudantes, nuestras responsabilidades no disminuyen. A veces, incluso aumentan. Hay un dicho que resume este concepto: «Más ladrillos, menos paja».

Ayuda de su Espíritu

Muchos nos hacemos diferentes promesas para señalar el comienzo de un nuevo año: voy a ahorrar más, hacer más ejercicio o pasar menos tiempo en Internet. Empezamos el año con buenas intenciones, pero poco después, los viejos hábitos nos tientan a volver a nuestras antiguas prácticas. Ocasionalmente, cometemos un desliz; después, lo hacemos con más frecuencia; y más tarde, todo el tiempo. Al final, es como si nuestra resolución no hubiese existido nunca.

Vivir al revés

El Río Chicago es extraño porque corre en sentido inverso. Hace más de un siglo, unos ingenieros revirtieron la dirección del agua porque los habitantes de la ciudad lo usaban como basurero. El agua sucia de las casas, de las cloacas y de las industrias se canalizaba hacia el río, el cual desembocaba en el Lago Michigan. Como el lago suministraba el agua para consumo en la ciudad, miles de personas se enfermaron y murieron antes de que las autoridades decidieran cambiar la dirección de la corriente del río, para que no fluyera hacia el lago.

Bienvenido de regreso

Santi decidió seguir a Cristo a los diez años. Quince años después, su compromiso se había desvanecido. Había adoptado una filosofía de vivir solamente el momento y desarrollado malos hábitos. Al cabo de un tiempo, todo parecía caerse a pedazos: tuvo problemas en el trabajo y tres miembros de su familia murieron casi simultáneamente. Temores y dudas comenzaron a invadir a Santi, y nada parecía ayudar… hasta que un día, leyó el Salmo 121:2: «Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra». Estas palabras penetraron el temor y la confusión de su corazón. Recurrió a Dios en busca de ayuda, y el Señor lo recibió con agrado.

Tiempo para todo

En la década de 1960, la banda The Byrds popularizó la canción Turn! Turn! Turn! [¡Gira! ¡Gira! ¡Gira!]. Subió a la cima de las 100 canciones más destacadas en Estados Unidos y se hizo popular en el mundo entero. La gente parecía cautivada con la letra. No obstante, lo interesante era que, excepto por la última línea, esas palabras eran del libro del Antiguo Testamento llamado Eclesiastés.

Dios en la tormenta

Una mañana temprano, el viento empezó a soplar y las gotas de lluvia golpeaban mi casa como si fueran piedrecitas. Eché un vistazo por la ventana, al cielo gris amarillento, y observé mientras los árboles se balanceaban con el viento. Surcos hechos por los rayos iluminaban el cielo, acompañados de truenos que hacían temblar. La electricidad iba y venía, y yo me preguntaba cuánto duraría el mal tiempo.

Desafío peligroso

Mientras millones de personas miraban por televisión, Nik Wallenda cruzaba las Cataratas del Niágara sobre un cable de 540 metros de largo y solo unos 13 centímetros de diámetro. Tomó todas las precauciones posibles, pero además del drama y del peligro de la altura y las aguas rugientes, una espesa niebla le dificultaba la visión, el viento le complicaba el equilibrio y el rocío que levantaba la catarata le impedía afirmar bien los pies. En medio de estos peligros (y quizá debido a ellos), confesó que «oró mucho» a Dios y lo alabó.