La disciplina de esperar
Es difícil esperar. Esperamos en el supermercado, entre el tránsito, en el consultorio médico. Jugueteamos con los pulgares, apretamos la mandíbula y nos frustramos. En otra esfera, esperamos que llegue una carta, que vuelva un hijo descarriado o que cambie nuestro cónyuge. Esperamos un bebé al cual sostener en brazos. Esperamos que se cumpla un deseo del corazón.
La vida escondida
Hace unos años, leí una poesía de George MacDonald, titulada A Hidden Life [Una vida escondida]. Cuenta la historia de un joven intelectualmente talentoso que prefirió volver a la granja de su familia para estar con su padre anciano en vez de convertirse en un profesional prestigioso. Allí se dedicó a lo que MacDonald denominó «tareas comunes y corrientes» y «actividades simples de utilidad humana». Sus amigos se lamentaron porque consideraban que estaba desperdiciando sus talentos.
De su mano
Cuando cruzamos una calle transitada acompañados de niños pequeños, extendemos la mano y decimos: «Tómate fuerte», y ellos se aferran a nuestra mano lo más fuerte que pueden. Pero nunca deberíamos depender de su fuerza en esto. Lo que los sostiene y protege es nuestra manera de tomarlos de la mano. Por eso, Pablo insiste: «… fui también asido por Cristo Jesús» (Filipenses 3:12). O mejor aun: «¡Cristo me sostiene de la mano!».
Nunca vacíos
Nuestra nieta Julia pasó el verano trabajando en un orfanato en Busia, Uganda. El último día de su pasantía, fue a despedirse de los niños. Una pequeña llamada Sumaya estaba muy triste y le dijo: «Mañana nos dejas tú, y la semana que viene se van las otras tías [voluntarias]».
Cómo disfrutar
En su libro Daring To Draw Near [Desafío a acercarse], el Dr. John White escribe que, varios años antes, Dios había permitido que adquiriera una casa encantadora y muy lujosa. Sus sentimientos en cuanto a la casa fluctuaban en forma dramática.
Compañero de viaje
Hace poco, miré la lista de quienes se habían graduado conmigo en el seminario y descubrí que muchos de mis amigos ya habían muerto. Fue un aleccionador recordatorio de la brevedad de la vida. Alrededor de los 70, años más años menos, ya no estamos (Salmo 90:10). El poeta israelita tenía razón: Aquí solamente somos forasteros y advenedizos (39:12).
El último capítulo
Tengo una amiga que lee primero el último capítulo cuando comienza una nueva novela de suspenso. «Quita la ansiedad de la lectura», afirma. Lo mismo pasa con los creyentes: como sabemos el final de la historia, podemos ser centros de paz en medio del tremendo caos; de calma frente a la tragedia.
¿Hasta cuándo?
Durante nueve largos años, Saúl persiguió a David «como quien persigue una perdiz por los montes» (1 Samuel 26:20). David oró: «¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? […] ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?» (Salmo 13:1-2).
La voluntad de Dios
A menudo, queremos conocer la voluntad de Dios; en especial, cuando atravesamos alguna dificultad. Nos preguntamos: ¿Qué me sucederá? ¿Debo quedarme o Dios quiere que vaya a algún otro lado? La única manera de saberlo con seguridad es hacer lo que te pide que hagas en este momento (tus obligaciones actuales) y esperar que te revele cuál es el próximo paso.
Pensamientos amenazantes
Hace muchos años, mi padre y yo hicimos una excursión por lo que actualmente es el Parque Nacional Big Bend, en Texas, Estados Unidos. En aquellos días, era solo un terreno escabroso.