Acero y terciopelo
El poeta Carl Sandburg escribió sobre Abraham Lincoln, ex presidente de Estados Unidos: «En la historia de la humanidad, no es frecuente que llegue a la tierra un hombre que sea, al mismo tiempo, acero y terciopelo, […] que mantenga en su corazón y en su mente la paradoja de una tormenta terrible y una paz inenarrable y perfecta». «Acero y terciopelo» describe cómo equilibraba Lincoln el poder de su cargo con el interés en los deseos de libertad de la gente.
Sentirse pequeño
Muchos críticos de cine consideran que Lawrence de Arabia es una de las mejores películas de todos los tiempos. Con sus aparentemente interminables vistas de los desiertos, ha influido a generaciones de cineastas, incluido el galardonado director Steven Spielberg, que dijo: «Me sentí inspirado la primera vez que vi Lawrence. Me hizo sentir insignificante. Todavía me hace sentir así. Y esta es una medida de su grandeza».
Por amor o por dinero
El poeta irlandés Oscar Wilde dijo: «Cuando era joven, pensaba que el dinero era lo más importante en la vida. Ahora que soy viejo, sé que es así». Fue un comentario irónico porque solo vivió 46 años, por lo que nunca fue realmente «viejo». Wilde entendía perfectamente que la vida no se trata de dinero.
Fútbol y pastores de ovejas
Un elemento curioso del fútbol inglés es el himno del equipo que cantan los aficionados al empezar el partido. Va desde canciones divertidas, a algunas fantasiosas, hasta otras sorprendentes. Por ejemplo, el Salmo 23 es el himno del club West Bromwich Albion. Las palabras del salmo aparecen en la fachada del interior del estadio, declarándoles a todos los que van a ver al equipo sobre el cuidado del bueno y maravilloso gran Pastor.
Comunicación clara
Mientras viajaba por Asia, la pantalla de mi iPad se apagó de repente, una condición llamada «la pantalla negra de la muerte». Buscando ayuda, encontré una tienda de computación y me enfrenté a otro problema: no hablo chino, y el técnico no hablaba inglés. ¿La solución? Sacó un programa en el cual escribía en chino, pero yo podía leer en inglés. Cuando yo respondía en inglés, él podía leer en chino. El software nos permitió comunicarnos con claridad, incluso en idiomas diferentes.
Tazón de lágrimas
En Boston, Massachusetts, una placa titulada «Crossing the Bowl of Tears» [Cruzando el tazón de lágrimas] conmemora a aquellos que desafiaron el Atlántico para escapar a la muerte durante la catastrófica hambruna en Irlanda a finales de la década de 1840. Más de un millón de personas murieron, mientras otro millón o más dejaron sus casas para cruzar el océano, al que John Boyle O’Reilly poéticamente llamó «tazón de lágrimas». Impulsados por el hambre, la angustia y la desesperación, estos viajeros buscaron un poco de esperanza.
Consumirse
En su libro El llamamiento, Os Guinness describe una ocasión en que Winston Churchill, de vacaciones con amigos en Francia, se sentó frente a una chimenea una noche fría, y mirando el fuego, vio cómo los troncos de pino «crujían, siseaban y escupían mientras se quemaban. De pronto, con su conocida voz, gruñó: “Yo sé por qué escupen los troncos. Sé lo que es consumirse”».
La mayor misión de rescate
El 18 de febrero de 1952, una tormenta gigante partió en dos el barco cisterna Pendleton, a unos 15 kilómetros de la costa de Massachusetts. Más de 40 marineros quedaron atrapados dentro del buque mientras este naufragaba en medio de vientos fuertes y olas violentas.
Un lugar seguro
Mis hermanos y yo crecimos en una zona de colinas boscosas que ofrecían un paisaje fértil para nuestra imaginación. Ya sea que nos balanceáramos de las ramas —como Tarzán— o que construyéramos casa en los árboles —como la Familia Robinson—, representábamos las escenas de las historias que leíamos o de las películas que mirábamos. Lo que más nos gustaba era construir fuertes y simular que estábamos a salvo de ataques. Años después, mis hijos construían fuertes con mantas, sábanas y almohadas: su propio «lugar seguro» contra enemigos imaginarios. Parece casi instintivo querer un lugar donde resguardarse y sentirse seguro.
Distracciones peligrosas
El artista Sigismund Goetze sorprendió a la Inglaterra de la era victoriana con una pintura titulada «Despreciado y rechazado por los hombres», donde mostraba al Jesús sufriente y condenado, rodeado de personas de la generación del pintor. Estaban todas tan envueltas en sus propios intereses —negocios, romances, políticas— que no se daban cuenta del sacrificio del Salvador. Indiferente a Cristo, la multitud que lo rodeaba se asemejaba a aquellos que, al pie de la cruz, no tenían idea de la situación ni de la Persona que tenían delante.