Charla imprudente
Mi esposa y yo visitamos una iglesia donde había un programa especial de música; por eso, llegamos temprano para conseguir una buena ubicación. Antes de que empezara, escuchamos a dos miembros de la congregación que se quejaban de la iglesia. Criticaban al equipo de pastores, el liderazgo, la música, las prioridades del ministerio y varias cosas más que les desagradaban. No se daban cuenta de que había dos personas de visita o no les importaba que los oyéramos.
Una sensación de temor
En el clásico poema de Tennyson, La carga de la Brigada Ligera, las valientes tropas de la caballería que salían a la batalla se describen con la imponente frase: «Hacia el valle de la muerte cabalgan los seiscientos». Estas palabras encierran un sentimiento premonitorio que presentía la tragedia que les aguardaba.
Apreciar el pasado
Mientras mi esposa y yo recorríamos el Museo Británico, nos impactó la historia y el legado que contenían esas inmensas instalaciones en Londres. Ver artefactos miles de años más antiguos que cualquier cosa que hay en el Nuevo Mundo, me hizo pensar en lo valioso que es apreciar el pasado. La historia nos brinda un registro de perspectivas, contextos y consecuencias que pueden ayudarnos a tomar decisiones sabias cuando aprendemos de las victorias y los fracasos de aquellos que vivieron antes que nosotros.
Sentimiento solidario
Las estadísticas son engañosas. Si bien los números nos brindan información, a veces pueden insensibilizarnos en cuanto a que esos datos representan personas. Hace poco, esto me hizo reaccionar al leer una que decía: «Quince millones de personas mueren de hambre por año». Es escalofriante. Y para los que vivimos en culturas de abundancia, es difícil de imaginar. En el 2008, casi nueve millones de niños murieron antes de cumplir cinco años, y una tercera parte de ellos por problemas relacionados con la inanición. Son cantidades espantosas, pero son mucho más que números; son personas a quienes Dios ama.
Antes de que pidas
Una colega de Ministerios RBC internacional me contó sobre el placer que le produce servir en la traducción de los recursos bíblicos. Dijo que se sentía profundamente bendecida porque es la primera que tiene la oportunidad de recibir ayuda de la enseñanza de la Palabra de Dios que ofrecen dichos materiales. Señala que, mientras trabaja con ellos, experimenta esto: «Siempre hay algo que se aplica directamente a la necesidad que estoy enfrentando». Precisamente, cuando necesita que el Señor la anime, recibe una importante ayuda de la Biblia.
Religión verdadera
Hace poco, vi un anuncio de una marca de ropa para jóvenes. Muestra un pantalón vaquero y todos los accesorios diseñados para combinar con él. Esto no tiene nada de novedoso. Sin embargo, lo que me llamó la atención fue el nombre de esta línea de vestimenta: «Religión verdadera». Hizo que me detuviera a pensar. ¿Por qué escogieron ese nombre? ¿Es que no llego a interpretar algún significado más profundo? ¿Qué relación hay entre una marca de pantalones y la religión verdadera? ¿Qué quieren trasmitir con ese nombre? Mis reflexiones me dejaron con interrogantes sin respuestas.
Corazón agradecido
De niño, mi ídolo era el explorador norteamericano Davy Crockett. En el libro Vida y aventuras de David Crockett, este personaje se enfrenta con una vista maravillosa que lo hace estallar en alabanza al Creador. El autor lo describe así: «Justo detrás de la espesura, había otra pradera inmensa y sin árboles, tan verde, tan hermosa, tan radiante de flores, que hasta el Coronel Crockett, totalmente desacostumbrado a todo sentimiento devocional, frenó su caballo y, mirando fascinado el paisaje, exclamó: “¡Oh, Dios, qué mundo tan bello has hecho para el hombre! Y sin embargo, ¡cuán pobremente te recompensa por ello! Ni siquiera te retribuye siendo agradecido”». Crockett reconocía que la obra de las manos del Creador demandaba reaccionar con gratitud; respuesta que suele pasarse por alto o ignorarse.
Ordinario contra extraordinario
Por más de un siglo, el pináculo del golf ha sido marcar 59 golpes, lo que solo se había registrado en tres ocasiones en la historia del circuito profesional de este deporte antes del 2010. Entonces, ese año, Paul Goydos logró esa marca y, al mes siguiente, Stuart Appleby lo igualó. Por consiguiente, ¡algunos periodistas deportivos suponían que el logro más codiciado del golf se había vuelto algo común y corriente! Es asombroso ver que se conviertan 59 hoyos dos veces en una misma temporada, pero sería un error considerarlo ordinario.
Reunión largamente esperada
De niño, tenía un collie llamado Chico Príncipe, un gran perro al que amaba de verdad. Un día, desapareció. No sabía si lo habían robado o si, simplemente, se había escapado… pero yo estaba devastado. Busqué por todos lados. En realidad, uno de los recuerdos de mis primeros años es verme subido a un árbol alto desde donde podía divisar todo el vecindario con la esperanza de encontrarlo. Deseaba desesperadamente que mi amado perro volviera. Durante semanas, pasé todo el tiempo mirando y esperando volver a ver a Chico Príncipe. Pero nunca volvimos a reunirnos.
Lo más grandioso
¿Qué es lo más grandioso de los deportes? ¿Los campeonatos? ¿Los récords? ¿Los premios? En la Palestra, el estadio de baloncesto de la Universidad de Pensilvania, una placa presenta una perspectiva diferente sobre este tema. Dice: «Ganar el juego es grandioso. Participar en el juego es más grandioso aún. Pero amar el juego es lo más grandioso de todo». Es un recordatorio estimulante de que los deportes son, en esencia, simplemente los juegos que jugábamos alegremente de niños.