Por qué trabajamos
A finales de la década de 1660, Sir Christopher Wren fue contratado para rediseñar la Catedral de San Pablo, en Londres. Según la leyenda, un día visitó el sitio donde se construía este gran edificio, y los obreros no lo reconocieron. Caminó por el lugar preguntándoles a varios hombres sobre lo que estaban haciendo. Un trabajador respondió: «Estoy cortando una piedra». Otro obrero contestó: «Estoy ganando cinco libras y dos peniques por día». Un tercero, sin embargo, tenía una perspectiva diferente: «Estoy ayudando a Christopher Wren a construir una catedral magnífica para la gloria de Dios». ¡Qué contraste en la motivación y la actitud de aquel hombre!
La nueva normalidad
Un pastor, capacitado para aconsejar en casos de traumas emocionales y sufrimiento, comentó que el mayor desafío para quienes sufren no es la tristeza que sigue a la pérdida, sino la adaptación a una forma de vida diferente. Lo que antes parecía normal tal vez nunca vuelva a ser así. Por eso, el reto para aquellos que brindan ayuda es colaborar con esas personas mientras se adaptan a la «nueva normalidad». Es probable que esta ya no incluya una buena salud, relaciones interpersonales apreciadas ni un trabajo satisfactorio. Tal vez implique vivir sin un ser amado que ha muerto. La gravedad de tales pérdidas nos obliga a vivir una clase de vida distinta, independientemente de lo incómoda que pueda resultar.
Están observando
El equipo de un jugador de fútbol profesional estaba pasando por una mala racha, derrotado una semana tras otra. Un periodista le preguntó cómo hacía para seguir motivado para jugar bien y dar lo mejor de sí aunque su equipo perdía casi todos los juegos. Él respondió: «Mi papá está viendo el partido. Mi mamá está viendo el partido. ¡Puedes estar seguro de que voy a dar lo mejor de mí!». Reconocía que había más en juego que el solo hecho de ganar o perder. Había gente mirando, y eso siempre lo inducía a esforzarse al máximo.
Completamente limpio
Un amigo mío estaba contándome sobre sus experiencias del año anterior, durante el cual había estado recibiendo un tratamiento médico contra el cáncer. La sonrisa en su rostro era un testimonio poderoso de la buena noticia que le habían dado. Dijo que los resultados de todos los estudios que le habían hecho tras un año de tratamiento indicaban una misma cosa: «¡Usted está completamente limpio!». ¡Qué diferencia pueden marcar dos palabras! Para mi amigo, completamente limpio significaba que no quedaban rastros de la enfermedad que había puesto en peligro su vida solo unos meses antes de que la borraran de su cuerpo. ¡Nos regocijamos al oír que se había curado totalmente!
No es un mito
Me fascina la historia; por eso, vi entusiasmado un programa especial de televisión sobre el gran rey Arturo de Inglaterra. Se desencadenó una discusión cuando cada uno de los historiadores reconoció que no había testigos presenciales ni pruebas históricas para respaldar la historia del monarca inglés, ni de sus caballeros ni de la mesa redonda. Vez tras vez, se aludía al relato como una «leyenda» o un «mito». Aparentemente, dicha historia es una simple leyenda surgida de la combinación de fragmentos de otros relatos recopilados durante siglos.
Quédate conmigo
Uno de los eventos sobresalientes del torneo de la Asociación de Fútbol de Inglaterra es la competencia final por la copa. Durante más de 100 años, esa jornada se ha destacado por el entusiasmo, los festejos y la competitividad. Pero lo que más me fascina es cómo se inicia el juego: cantan el tradicional himno «Conmigo Sé» [Abide With Me].
Invisible y misterioso
A menudo, en todo el mundo se experimentan los efectos dramáticos de algo que nadie puede ver. Por ejemplo, en 2011, varias ciudades fueron devastadas por tornados que arrasaron vecindarios y distritos industriales. Además, durante las temporadas de huracanes, cuando vientos de más de 160 kilómetros por hora amenazan con destruir todo lo edificado, nos horrorizamos.
Un nuevo día
En un culto matinal al que asistí hace poco, la persona que abrió la reunión empezó con una oración que decía algo así: «Señor, gracias porque hoy es el comienzo de un nuevo día que nunca vimos antes». Aunque la idea parecía evidente, esa plegaria me hizo pensar en un par de cosas. En primer lugar, como cada día es una oportunidad nueva, estará llena de situaciones que no podemos prever ni para las cuales estamos preparados. Por esta razón, es importante que reconozcamos nuestras limitaciones y que dependamos plenamente de Dios, para que podamos vivir en su gracia y poder, en vez de supeditarnos a nuestros recursos personales.
Engaños del enemigo
Escrita en el siglo vi a.C. por el general chino Sun Tzu, El arte de la guerra ha sido una guía sobre estrategia militar durante cientos de años, pero también se ha utilizado en una amplia variedad de disciplinas: liderazgo, administración de empresas, negocios, política y deportes. Lo que Sun Tzu escribió sobre las guerras puede ayudar a los seguidores de Cristo a entender las tácticas de nuestro enemigo espiritual: «Toda guerra se basa en el engaño. Por eso, cuando podamos atacar, debemos parecer incapaces; cuando usemos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando estemos cerca, debemos hacer que el enemigo crea que estamos lejos; cuando estamos lejos, que crea que estamos cerca».
Situaciones inesperadas
La vida está llena de sorpresas, algunas de las cuales dirigen nuestra existencia en direcciones desagradables. Todavía recuerdo la tremenda conmoción que hubo en nuestra familia hace varias décadas cuando mi padre perdió el trabajo inesperadamente. Con una casa llena de niños que alimentar, fue un golpe tremendo. Pero, así como la pérdida del trabajo de papá fue algo más allá de su control y que no esperaba, él sabía que podía confiarle su futuro al Señor.