Manos vacías
Roberto se sintió avergonzado cuando llegó a una reunión con desayuno y se dio cuenta de que se había olvidado la billetera. Le molestó tanto que consideró si debía comer algo o simplemente pedir algo para beber. Después de que su amigo lo convenció, pudo relajarse. Ambos disfrutaron de los bocadillos, y su amigo pagó con gusto la cuenta.
Cuando no entendemos
«No entiendo su plan. Le entregué toda mi vida a Dios. ¡Y me pasa esto!». Este fue el mensaje de un hijo a su madre cuando su sueño de triunfar como deportista profesional quedó temporalmente descarrilado. ¿Quién no ha tenido alguna clase de decepción inesperada que hace que nuestra mente se dispare a toda velocidad con exclamaciones y preguntas?
No te ha olvidado
«Tío Arthur, ¿recuerdas el día cuando me llevaste a la barbería y al supermercado? Tenía puestos unos pantalones caquis, una camisa a cuadros, un cárdigan azul, calcetines y zapatos marrones. Fue el jueves 20 de octubre de 2016». Los desafíos de mi sobrino Jared, relacionados con su autismo, se compensan con su memoria fenomenal que puede recordar años después detalles como días y fechas, y la ropa que estaba usando.
Prejuicio y perdón
Después de escuchar el mensaje sobre corregir las injusticias, un miembro de la iglesia se acercó llorando al pastor, pidiendo perdón porque, debido a su prejuicio, no había votado a favor de convocar al ministro, por ser negro, para ser el pastor de su iglesia. Sus lágrimas y confesión fueron recibidas con las lágrimas y el perdón del pastor. Una semana después, toda la iglesia se regocijó al escuchar el testimonio de ese hombre sobre la manera en que Dios había obrado en su corazón.
¡Imagínalo!
En un programa de televisión sobre renovar casas, los televidentes suelen escuchar que la conductora dice: «¡Imagínalo!». Luego, ella muestra cómo quedaría con las cosas viejas restauradas, y las paredes y los pisos remodelados. En un episodio, la dueña de la casa estaba tan eufórica después de la renovación que brotaron tres veces de sus labios las palabras: «¡¡¡Qué hermoso!!!».
Esperanza en Dios
En la historieta Snoopy, el personaje de la muy emprendedora Lucy publicitaba «ayuda psiquiátrica» por cinco centavos. Linus se dirigió a su consultorio y admitió tener «profundos sentimientos de depresión». Cuando le preguntó que podía hacer, Lucy respondió de inmediato: «¡Anímate! Cinco centavos, por favor».
Enfrentar las batallas con Dios
Los actos heroicos de Desmond Doss, soldado del ejército norteamericano, se representan en la película Hasta el último hombre. Sus convicciones no le permitían quitar vidas humanas, así que como médico, se comprometió a preservarlas aun a riesgo personal. En la ceremonia de entrega de la Medalla de Honor a Doss, se dijo: «El soldado de primera clase Doss rehusó esconderse y permaneció en la línea de fuego con los numerosos heridos, llevándolos uno por uno hasta el borde del barranco […]. Sin vacilar, enfrentó el bombardero enemigo y los disparos para ayudar a un oficial de artillería».
Dios trabajando
«Dios está llorando», susurró la hija de 10 años de Bill Haley, parada bajo la lluvia con un grupo multiétnico de creyentes en Cristo. Habían ido a Valle Shenandoah para encontrarse con Dios y clamar por la discordia racial en Estados Unidos. Allí, donde exesclavos habían sido sepultados, se tomaron de la mano para orar. De repente, empezó a llover. Cuando el líder clamó por el fin de la segregación, la lluvia cayó más fuerte. Aquellos creyentes se convencieron de que Dios estaba obrando para traer reconciliación y perdón.
¿Qué reputación tienes?
En un evento deportivo de la escuela secundaria, Tomás era el más grande y ruidoso entre los que alentaban desde la tribuna. Antes de contraer una enfermedad degenerativa, medía casi dos metros de alto y pesaba unos 130 kilos. Sus alaridos vitoreando el color de la escuela en los eventos eran legendarios, lo que le atribuyó el apodo de «Gran Azul».
Un legado de aceptación
En su libro Breaking Down Walls [Derribando barreras], Glen Kehrein relata lo que vio desde la universidad donde estudiaba en Chicago, después del asesinato del defensor de derechos humanos, Dr. Martin Luther King Jr., en 1968: «Los disparos se entrecruzaban de forma escalofriante entre los edificios, y […] mi ubicación en el techo ofrecía una vista cercana aunque horrorosa […]. ¿Cómo podía ser que yo llegara de un trigal en Wisconsin a un campo de batalla en el centro de Chicago en menos de dos años?». Impulsado por su amor a Cristo y a personas con trasfondos diferentes al suyo, Glen vivió en la zona oeste de Chicago y encabezó un ministerio que suministraba comida, ropa, refugio y otros servicios, hasta su muerte en 2011.