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Articles by Anne Cetas

Visión nublada

Tengo una amiga que es una jinete experimentada, y me ha enseñado algunas cosas interesantes sobre los caballos. Por ejemplo: a pesar de ser el mamífero terrestre de ojos más grandes, ve poco y distingue menos colores que los seres humanos. Por eso, a veces, le cuesta identificar objetos en el suelo. Cuando ve un tronco, no sabe si puede saltarlo fácilmente o si es una serpiente grande que podría lastimarlo. Entonces, si no está bien entrenado, se asusta fácilmente y tiende a escapar.

Visión nublada


Tengo una amiga que es una jinete experimentada, y me ha enseñado algunas cosas interesantes sobre los caballos. Por ejemplo: a pesar de ser el mamífero terrestre de ojos más grandes, ve poco y distingue menos colores que los seres humanos. Por eso, a veces, le cuesta identificar objetos en el suelo. Cuando ve un tronco, no sabe si puede saltarlo fácilmente o si es una serpiente grande que podría lastimarlo. Entonces, si no está bien entrenado, se asusta fácilmente y tiende a escapar.


Candados del amor


Los «candados del amor» son un fenómeno creciente. Miles de personas enamoradas han colocado estos candados en puentes, puertas y cercas en todo el mundo. Las parejas graban sus nombres en ellos y los colocan en lugares públicos como un símbolo de su amor eterno. A algunas autoridades no les gusta debido al peligro que pueden generar si se colocan demasiados. Algunos piensan que son actos vandálicos, mientras que otros los consideran obras artísticas hermosas y cuadros del compromiso del amor.


El buen corazón de Dios

Rogelio había atravesado muchas dificultades. Lo operaron del corazón para reparar una válvula. Un par de semanas después, tuvo que volver al quirófano debido a unas complicaciones. Cuando empezaba a mejorarse con terapia física, tuvo un accidente en su bicicleta y se fracturó la clavícula. Como si eso fuera poco, la muerte de su madre le rompió el corazón. Como consecuencia, se desanimó tremendamente. Cuando un amigo le preguntó si había visto a Dios obrar de algún modo, confesó que no.

Vengan a mí


Cuando Jesús vivió en este mundo, invitaba a la gente a ir a Él, y hoy sigue haciendo lo mismo (Juan 6:35). Pero ¿qué tienen Él y su Padre celestial que nosotros necesitemos?


La oveja que falta


Laura cargó una cabra y una oveja prestadas en un camión para llevarlas a la iglesia al ensayo de una obra en vivo de Navidad. Los animales se pelearon y se acosaron por un rato, y, después, se calmaron. Laura partió para la iglesia, pero tuvo que detenerse a cargar combustible.


¿Dónde nos apoyamos?

«¡Qué testimonios hermosos!», comentó Cintia mientras salíamos. Nuestra amiga Elena había muerto, y varios de sus amigos compartieron sobre lo bromista que había sido siempre. Sin embargo, su vida no fue solo chistes y risas. Su sobrino habló de la fe en Jesús de su tía y de cómo se preocupaba por los demás. Cuando él era adolescente y problemático, ella lo había recibido en su casa. Ahora, con más de 20 años, destacó: «Fue como una madre para mí. Nunca me abandonó en mis luchas. Si no hubiese sido por ella, habría perdido mi fe». ¡Qué influencia maravillosa! Elena se apoyaba en Jesús y quería que su sobrino también lo hiciera.

Demasiado para mí


«Dios nunca nos da más de lo que podemos soportar», le dijo alguien a un padre cuyo hijo de cinco años acababa de perder su batalla contra el cáncer. Estas palabras, que tenían intención de alentarlo, lo deprimieron y le hicieron preguntarse por qué no podía «manejar» la pérdida de su pequeño. El dolor era tan grande que apenas podía respirar. La angustia era demasiado para él y necesitaba desesperadamente que Dios lo abrazara fuerte.


¡Es hermoso!

Cuando regresaba de un viaje, Roberto quiso elegir unos regalitos para sus hijos. El empleado de una tienda del aeropuerto le recomendó varios, pero eran muy caros. Entonces, Roberto le dijo: «No traigo tanto dinero. Necesito algo más barato». El empleado trató de hacerlo sentir como un tacaño, pero Roberto sabía que sus hijos estarían felices con cualquier cosa que les llevara, porque él lo haría de corazón. Y tenía razón… los regalos que les llevó les encantaron.

Encuentro inesperado

Diego, joven y entusiasta, estaba guiando por primera vez la alabanza en una congregación grande. Luisa, una mujer que asistía a la iglesia desde hacía mucho, quiso alentarlo, pero pensó que sería demasiado difícil llegar al frente antes de que el muchacho se marchara. Sin embargo, se las ingenió para abrirse paso entre la multitud. Cuando llegó, le dijo: «Aprecio tu entusiasmo en la alabanza. ¡Sigue sirviendo al Señor!».