Nuevas cada mañana
Mi hermano Pablo creció padeciendo una epilepsia severa, la cual empeoró en su adolescencia. Las noches se volvían horrorosas para él y mis padres ante los ataques que solían durar más de seis horas. Los médicos no podían encontrar un tratamiento que aliviara los síntomas y le permitiera estar consciente al menos parte del día. Mis padres clamaban en oración: «¡Dios, oh Dios, ayúdanos!».
No somos Dios
En Mero cristianismo, C. S. Lewis recomendó hacernos algunas preguntas para averiguar si somos orgullosos: «¿Cuánto me disgusta que los demás me desdeñen, que no me tomen en cuenta, […] se crean superiores a mí o alardeen?». Lewis consideraba que el orgullo era un vicio de «suprema maldad» y la principal causa de desgracia en los hogares y las naciones. Lo llamó un «cáncer espiritual» que devora la posibilidad de tener amor, satisfacción e, incluso, sentido común.
Consagración total
Dos hombres dejaron sus carreras para ir adonde Dios los había llamado. James O. Fraser decidió no ser concertista de piano en Inglaterra, para servir al pueblo lisu en China; mientras que Judson Van DeVenter prefirió convertirse en evangelista en lugar de obtener un título en artes. Tiempo después, escribió el himno Consagrarme todo entero.
Proceso de maduración
A comienzos de su ministerio de 50 años en Cambridge, Inglaterra, Charles Simeon (1759-1836) se encontró con un pastor de la zona, Henry Venn, y sus hijas. Después de la visita, las muchachas mencionaron lo severo y asertivo que parecía el joven. Venn les dijo que tomaran un durazno de los árboles. Cuando ellas se preguntaron por qué querría un fruto verde, él respondió: «Queridas mías, ahora está verde, pero debemos esperar. Con un poco más de sol y algunas lluvias, madurará y será dulce. Así sucede con el señor Simeon».
Reconstruir las ruinas
A los 17 años, Dowayne tuvo que dejar a su familia, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, por robar heroína y ser adicto a esa droga. No fue lejos, sino que construyó una choza de chapas en el patio de la casa de su madre, lugar al que pronto llamaron el Casino, un sitio para drogarse. No obstante, a los 19 años, Dowayne puso su fe en Jesús como Salvador. Dejar las drogas fue un camino largo y agotador, pero con la ayuda de Dios y el apoyo de amigos creyentes en Cristo, lo logró. Diez años después, el Casino fue transformado en una iglesia casera. Lo que había sido un espacio de oscuridad y enfermedad, es ahora un lugar de alabanza y oración.
Dar gracias siempre
En el siglo xvii, Martin Rinkart sirvió como clérigo en Sajonia, Alemania, durante más de 30 años, en una época de guerra y plaga. Un año, estuvo al frente de más de 4.000 funerales —incluido el de su esposa—, y por momentos, su familia pasó hambre. Aunque podría haber desesperado, su fe en Dios permaneció fuerte y daba gracias continuamente. Incluso, derramó su gratitud en Nun danket alle Gott, la canción que se transformó en el conocido himno «De boca y corazón a Dios agradecemos».
Cuando Dios habla
Lili, traductora de la Biblia, regresaba a su país en avión cuando la detuvieron en el aeropuerto. Le revisaron su teléfono celular, y cuando los oficiales encontraron una copia de audio del Nuevo Testamento, le confiscaron el teléfono y la interrogaron durante dos horas. En un momento, le pidieron que abriera la aplicación de la Biblia, que justo estaba en Mateo 7:1-2: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido». Al escuchar esas palabras en su propio idioma, uno de los oficiales se puso pálido. Al rato, la liberaron y no tuvo más problemas.
Amar al extranjero
Cuando me mudé a otro país, una de mis primeras experiencias me hizo sentir que no era bien recibida. Después de sentarme en la pequeña iglesia donde mi esposo predicaba ese día, un señor mayor, huraño, me asustó cuando dijo: «¡Córrase!». Su esposa se disculpó mientras explicaba que me había sentado en el banco que siempre ocupaban ellos. Años después, me enteré de que las congregaciones acostumbraban rentar bancos, con lo cual se reunía dinero para la iglesia y se aseguraban de que nadie ocupara el lugar de otro.
Cómo reflejar a Cristo
Teresa de Lisieux era una niña alegre y tranquila… hasta que su madre murió cuando ella tenía solo cuatro años. Se volvió tímida y se inquietaba fácilmente. Pero muchos años después, una Noche Buena, todo cambió. Luego de celebrar con su iglesia el nacimiento de Jesús, sintió que Dios la liberaba de su temor y le daba gozo. Atribuyó el cambio a Jesús, el poder de Dios que dejó el cielo y se convirtió en hombre, y que entró a morar en ella.
Detener los rumores
Cuando Charles Simeon (1759-1836) fue nombrado pastor de la iglesia Holy Trinity, en Cambridge, Inglaterra, enfrentó años de oposición. Como la mayoría de la congregación quería que designaran al pastor asistente en lugar de él, divulgaron rumores y rechazaron su ministerio. Pero Simeon, que deseaba ser lleno del Espíritu de Dios, buscó soportar la murmuración elaborando algunos principios para aplicar a su vida. Uno era no creer nunca los rumores, a menos que fueran absolutamente ciertos. Y otro: «creer siempre que si se escuchara a la otra parte, se daría una versión completamente diferente del asunto».