El majestuoso guepardo africano es conocido por alcanzar una velocidad de 112 kph en distancias cortas, pero no es bueno para trechos largos. Una noticia reveló que cuatro miembros de una aldea del noroeste de Kenia superaron a dos guepardos en una carrera de unos 6,5 kilómetros.
Al parecer, dos guepardos estaban comiéndose las cabras de la aldea. Entonces, los cuatro hombres planearon detenerlos. Esperaron hasta la hora más calurosa del día y empezaron a perseguir a los felinos, hasta que los atraparon cuando los animales se cansaron de correr. Los exhaustos guepardos fueron atrapados sin problema y llevados al centro de vida salvaje, para reubicarlos.
¿Podemos vernos reflejados en el guepardo? Nuestra fuerza puede parecer impresionante, pero es de corta duración. Isaías nos recuerda que somos como las flores del campo, que se secan de inmediato bajo el calor del sol (40:6-8) .
No obstante, Dios nos ofrece consuelo cuando ya no damos más. A los que esperan en Él les aguarda una sorpresa: a su tiempo y manera, el Señor renueva nuestra fuerza. Por su Espíritu, nos capacita para levantar «alas como las águilas», o para correr sin cansarnos y caminar sin fatigarnos ( v. 31) .