Cuando cumplí 65 años, mi esposa me compró una guitarra Dreadnought D-35. Fabricada originalmente a principios del siglo xx, este diseño es más grande que el de la mayoría de las guitarras de esa época, y es famosa por su sonido intenso y potente. Le pusieron ese nombre por el acorazado británico usado durante la Primera Guerra Mundial, el hms Dreadnought. La parte posterior de la D-35 es única, ya que, por la escasez de trozos grandes de palo santo de buena calidad, los artesanos idearon unir tres trozos de madera más pequeños, lo cual dio como resultado un sonido más brillante.
La obra de Dios se asemeja mucho a ese diseño novedoso de guitarra. Jesús toma fragmentos y los une para que le brinden alabanza. Enroló cobradores de impuestos, revolucionarios judíos, pescadores y otros hombres con oficios variados para que lo siguieran. Y, a través de los siglos, sigue llamando a personas de diversas esferas de la vida. El apóstol Pablo declara: «Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor» (Efesios 4:16 ntv).
En la mano del Maestro, muchas clases de personas se unen y se convierten en algo con un gran potencial para alabar a Dios y servir a los demás.