Fue un tiempo hermoso cuando mi hija y su novio empezaron a recibir regalos de casamiento. Uno de ellos fue un armario que debía armarse… y yo me ofrecí para hacerlo, ya que ellos tenían demasiadas cosas que preparar antes de la boda. Aunque me llevó un par de horas, fue mucho más fácil de lo previsto. Todas las piezas de madera ya venían cortadas y con los agujeros correspondientes, incluidos los tornillos para armarlo. Las instrucciones eran prácticamente a prueba de tontos.
Lamentablemente, pocas cosas en la vida son así, ya que no incluye instrucciones sencillas ni tenemos a mano todas las piezas necesarias. Enfrentamos situaciones sin tener una idea clara de lo que implicará ni de lo que obtendremos. Con facilidad, quedamos abrumados ante esos momentos difíciles.
Sin embargo, no hay razón para enfrentar esas cargas sin ayuda. Dios desea que se las entreguemos a Él: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6-7).
Tenemos un Salvador que comprende nuestra situación y nos ofrece su paz en medio de nuestras luchas.