El dueño de un restaurante en la aldea de Abu Ghosh, en las afueras de Jerusalén, ofrecía un cincuenta por ciento de descuento a los clientes que apagaran sus teléfonos celulares, ya que considera que estos han afectado negativamente el compañerismo y la conversación en las comidas y desviado la atención para navegar en la web, enviar y recibir mensajes de texto y hacer llamadas de negocios. Afirma: «La tecnología es muy buena, pero, cuando estás con tu familia o amigos, puedes desconectarte media hora, y disfrutar de la comida y la compañía».
Con cuánta facilidad podemos distraernos por diversos motivos, ya sea en nuestra relación con otros o con el Señor.
Jesús dijo a sus seguidores que la distracción espiritual comienza en un corazón adormecido, en oídos que no quieren oír y en ojos que están cerrados (Mateo 13:15). Mediante una ilustración de un granjero que esparcía semillas, Jesús comparó aquellas que caían entre espinos con una persona que oye la Palabra de Dios, pero su corazón está atento a otras cosas: «el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa» (v. 22).
Es sumamente valioso dedicar un tiempo cada día para quitar las distracciones de la mente y el corazón, y enfocarnos en el Señor.