Sucede casi todos los semestres. Les digo a mis alumnos de primer año del curso de Lengua y Redacción en la universidad que tienen que mantenerse al día con las numerosas tareas, para aprobar la materia. Pero casi siempre, algunos no me creen. Son los que me envían desesperados e-mails después del último día de clase y me dan múltiples razones por no haber podido cumplir con el trabajo. Detesto hacerlo, pero tengo que decirles: «Lo siento. Es demasiado tarde. Reprobaste la materia».
Ya es bastante malo que poco después de haber ingresado a la universidad te des cuenta de que desperdiciaste muchísimo dinero, pero hay un desenlace mucho más grave y permanente que se produce al final de la vida si las personas no se ocuparon de solucionar con Dios el problema del pecado. En esos casos, si alguien muere sin haber puesto su fe en Jesucristo como Salvador, enfrenta una eternidad sin Él.
¡Qué momento terrible sería presentarse delante del Salvador y oírlo decir: «Nunca os conocí; apartaos de mí» (Mateo 7:23)! El autor de Hebreos nos advierte que debemos estar seguros de haber «alcanzado» (4:1) el reposo eterno que Dios nos ofrece. La buena noticia es que aún hay tiempo; no es demasiado tarde. Hoy Jesús nos ofrece gratuitamente salvación y perdón por medio de Él.