Cuando les enseñé a mis hijas a conducir, incluí algunas instrucciones sobre el mantenimiento básico del automóvil. Visitamos una gasolinera donde aprendieron a revisar el nivel del aceite cada vez que ponían gasolina al coche. Hoy, después de muchos años, suelen recordarme mi repetida frase: «El aceite es barato; los motores son caros». Agregar un litro de aceite no es nada comparado con cambiar un motor.
El mantenimiento también es importante en nuestra vida espiritual. Dedicar un tiempo todos los días para leer la Biblia, orar y escuchar a Dios es un elemento clave para evitar un mal funcionamiento. En el Salmo 5, David escribió: «Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré» (v. 3). En el versículo siguiente, derramó su corazón en alabanza, gratitud y peticiones a Dios.
Muchos consideran esencial empezar cada día con el Señor. Antes de revisar los e-mails, escuchar las noticias o desayunar, dedican a solas unos momentos de quietud para leer una porción de la Palabra de Dios, alabarlo por su grandeza, darle gracias por su amor y buscar su dirección. Otros pasan tiempo leyendo y orando en horarios diferentes del día.
No es algo mágico… se trata de un mantenimiento, en el cual le pedimos al Señor todos los días que llene nuestro corazón con su presencia por el camino de la vida.