¡Me encanta la comida! Verla presentada de manera atractiva y saborear su gusto. Si dependiera de mí, comería con más frecuencia… ¡aunque no ayudaría a mi cintura! Por eso, es bueno que mi esposa Martie sepa cuándo recordarme amorosamente que coma la cantidad apropiada de alimentos saludables.
Leer el interesante concepto de Jeremías cuando declara que, al encontrar las palabras de Dios (incluso las referentes al juicio divino), las comió (Jeremías 15:16), hace que me pregunte si ingiero las Escrituras con tanta ansiedad, amor y frecuencia.
Es evidente que el profeta no comió literalmente la Palabra de Dios, sino que fue su modo de decir que la leía y la saboreaba en lo profundo de su ser. Y allí es precisamente donde debe llegar. ¡La Palabra es alimento para el alma! Cuando la comemos, el Espíritu Santo nos da poder para madurar y ser más semejantes a Cristo. Transforma nuestra manera de pensar sobre Dios, el dinero, los enemigos, las ocupaciones y la familia. En otras palabras, nos es realmente beneficiosa.
Así que, ¡«come» la Palabra de Dios para satisfacer tu corazón! Sin duda, vas a estar de acuerdo con Jeremías cuando declaró: «tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón» (15:16).