Después de una cirugía menor de ojos, la enfermera me dijo: «No mire hacia abajo durante las próximas dos semanas. No cocine ni limpie». ¡La última parte de las instrucciones era más fácil de cumplir que la primera! Las incisiones necesitaban cerrarse, y ella no quería que les aplicara ninguna presión innecesaria al mirar hacia abajo.
C. S. Lewis escribió sobre otra clase de mirada hacia abajo que puede causarnos problema: «En Dios hallamos a alguien que en todos sentidos es inconmensurablemente superior a nosotros. […]. Mientras seamos orgullosos no podemos conocer a Dios. El orgulloso siempre se cree por encima de los demás; y, claro, mientras estemos mirando hacia abajo no podemos ver lo que hay por encima de nosotros» (Mero cristianismo).
Jesús relató una parábola sobre un fariseo que se sentía superior a los demás. En una oración orgullosa, le dio gracias a Dios porque no era como los otros hombres (Lucas 18:11). Miraba despectivamente a los extorsionadores, los injustos, los adúlteros y los recaudadores de impuestos que también estaban orando en el templo. En cambio, el publicano sabía que era pecador delante de Dios y le rogaba que fuera misericordioso con él (v. 13).
El orgullo puede ser un problema para todos. Dejemos de mirar hacia abajo a los demás, y veamos al Dios que está muy por encima de todos nosotros.