La vida se parece mucho al clima… es estacional. Nos guste o no, tiende a pasar hacia la próxima estación. Y cuando esto sucede, solemos vacilar e incluso temer lo que pudiera estar por delante.
Esto es especialmente cierto en las últimas etapas de la vida, cuando nos asaltan pensamientos tales como: ¿Me quedaré solo? ¿Estaré bien de salud? ¿Me alcanzará el dinero? ¿Mantendré mi lucidez mental? Como en todas las etapas de la vida, tenemos que tomar decisiones: malgastar ese período con ideas atemorizantes o, como dice Pablo: «… [aprovechar] bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:16).
Sea cual sea tu edad, puedes contar con la fidelidad de Dios. Él declara: «No te desampararé, ni te dejaré». Por eso, podemos decir valientemente: «El Señor es mi ayudador; no temeré…» (Hebreos 13:5-6).
Ya que cuentas con la presencia y la provisión del Señor, saca el mayor provecho de tu tiempo en todas las estaciones, siguiendo a Jesús de cerca, pasando tiempo en su Palabra y en oración, amando y perdonando más que antes, y sirviendo a los demás con gozo y generosidad.
Dios nos ha bendecido con la etapa que vivimos ahora… ¡aprovechémosla al máximo!