El amor es la clave de las relaciones interpersonales que maduran. Las Escrituras revelan que debemos manifestar amor: amar a Dios con todo el corazón, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y amar a nuestros enemigos. Pero es difícil hacerlo cuando no nos sentimos amados. Los hijos desatendidos, los cónyuges que se sienten ignorados y los padres distanciados de sus hijos, todos experimentan la angustia de una vida sin amor.
Por eso, si anhelas ser amado, deseamos que experimentes el gozo de saber que Dios te ama muchísimo. Piensa en el profundo impacto de su amor demostrado por ti en la cruz. Medita en la realidad de que, si has puesto tu fe en Cristo, su amor quita tus pecados y tus faltas, y que estás vestido de su justicia impecable (Romanos 3:22-24). Recuerda que nada puede separarte de su amor (8:39). Aférrate a su provisión amorosa de un futuro asegurado donde serás amado eternamente (Juan 3:16).
Cuando Juan nos dice que «debemos también nosotros amarnos unos a otros», nos llama «amados» (1 Juan 4:11; ver también 3:1-2). Cuando reconozcas la forma tan maravillosa en que Dios te ama, te resultará mucho más fácil demostrar amor como Él quiere… incluso a aquellos que no lo hacen.