El anuncio en la radio sobre un seminario sonó intrigante. El presentador dijo: «¡Puedes triunfar sobre la muerte… para siempre! Asiste a mi seminario y te mostraré cómo hacerlo». Por un instante, me pregunté qué método daría el orador para vencer la muerte y qué sugeriría. ¿Quizá algo relacionado con una dieta o ejercicios, o congelar el cuerpo? Sin embargo, después de escuchar un poco más, me di cuenta de que había dicho: «Puedes triunfar con la suerte… para siempre».
¡La noticia más maravillosa es que podemos triunfar sobre la muerte porque Jesús pagó nuestra deuda y no nos dejó librados a la suerte! (1 Corintios 15:55-57). Nuestro pecado nos separa de Dios, pero Cristo entregó voluntariamente su vida y fue crucificado para saldar la deuda que teníamos. Al tercer día, cuando María Magdalena y otra María fueron al sepulcro para ungir el cuerpo del Señor, un ángel les dijo: «No está aquí, pues ha resucitado, como dijo…» (Mateo 28:6). Rebosantes de gozo, corrieron a contarles a los discípulos. Mientras iban, Jesús las encontró y las saludó (v. 9). El Señor había resucitado, y sus seguidores tenían una buena razón para estar alegres.
Jesucristo había quitado el aguijón de la muerte (1 Corintios 15:55). Ahora nosotros también tenemos la victoria al creer en la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Mediante la obra perfecta de Cristo, ¡podemos triunfar sobre la muerte… para siempre!