Mi hija es alérgica a los cacahuetes. Es tan sensible, que el solo hecho de comer un mínimo fragmento de este fruto pone en riesgo su vida. Por lo tanto, revisamos cuidadosamente las etiquetas de los alimentos. Dondequiera que vamos, llevamos una jeringa con medicina para contrarrestar las reacciones alérgicas. Y cuando salimos a comer, llamamos con anticipación y averiguamos qué platos incluye el menú del restaurante.
A pesar de estas precauciones, no dejo de preocuparme por su seguridad, tanto ahora como en el futuro. Me cuesta estar agradecida por esta situación. No obstante, la Palabra de Dios desafía: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:18). No hay vuelta que darle. Dios desea que oremos dando gracias cuando el futuro es incierto, cuando se nos rompe el corazón y cuando escasean las provisiones.
Es difícil estar agradecido en medio de las dificultades, pero no es imposible. Daniel «oraba y daba gracias» (Daniel 6:10), aunque sabía que su vida corría peligro. ¡Jonás clamó «con voz de acción de gracias» (Jonás 2:9 lbla) estando dentro del pez! Estos ejemplos, junto con la promesa de Dios de que todas las cosas obran para nuestro beneficio y para su gloria (Romanos 8:28), pueden estimularnos a dar gracias en todo.