En los jardines Frederik Meijer, en Grand Rapids, Michigan, las mariposas se desarrollan en un paraíso tropical cubierto y perfectamente equipado para suministrarles todo lo que necesitan. La temperatura y la humedad son perfectas, y la comida contiene un equilibrio preciso de calorías y nutrientes para conservarlas saludables. No necesitan salir de allí. Sin embargo, algunas ven el cielo azul y resplandeciente fuera del jardín de invierno y pasan todo el día revoloteando cerca del techo de vidrio, lejos de la abundante provisión de alimentos.
Me gustaría decirles a esas mariposas: «¿No saben que todo lo que necesitan está allí dentro? Afuera hace frío, es peligroso y podrían morir a los pocos minutos si consiguen lo que anhelan».
Me pregunto si Dios tiene un mensaje similar para mí. Entonces, pienso: ¿Acaso miro con ansias lo que me perjudicaría? ¿Uso mi energía para conseguir lo que no necesito ni debo tener? ¿Ignoro la provisión abundante de Dios porque supongo que algo fuera de mi alcance es mejor? ¿Paso el tiempo en el límite de la fe?
De sus riquezas, Dios suple para todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19). Así que, en vez de luchar para conseguir lo que no tenemos, abramos nuestro corazón para recibir con gratitud todo lo que Él ya nos ha dado.