«Jerry era un hombre bueno —señaló el pastor en el funeral de Jerald Stevens—. Amaba a su familia, era fiel a su esposa, sirvió a su país en las fuerzas armadas, fue un excelente padre y abuelo, y un gran amigo».
Pero después, el pastor explicó que la buena vida que llevó este hombre no era suficiente para asegurarle un lugar en el cielo… ¡y que el propio Jerry habría sido el primero en decirlo!
Él creía lo que expresa la Biblia: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23), y «la paga del pecado es muerte» (6:23). El destino final y eterno de Jerry no dependía de haber vivido una vida realmente buena, sino de la obra de Jesús que había muerto en su lugar para pagar el castigo por el pecado. Él creía que cada uno de nosotros debe aceptar personalmente el regalo de Dios, que es la «vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (6:23).
Jerry fue un buen hombre, pero jamás podría haber sido «suficientemente bueno». Y nosotros tampoco. Solo por gracia podemos ser salvos por medio de la fe. Y esto no tiene nada que ver con el esfuerzo humano. «Es don de Dios» (Efesios 2:8).
«¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2 Corintios 9:15).