Hace unos meses, tuve que viajar a Florida por negocios. En el vuelo de regreso, me encontré con la agradable sorpresa de ubicarme en un asiento con mucho lugar para las piernas. Me sentí tan bien al no tener que estar estrujada en un sitio reducido. Además, ¡tenía un asiento vacío a mi lado! Ideal para una buena siesta.

Entonces, recordé a los que me rodeaban, en asientos no tan confortables. Invité a varios que conocía para que se sentaran conmigo en un lugar mejor, pero me sorprendió que, por diversas razones, todos quisieran quedarse en su lugar. No querían molestarse en cambiar de sitio o se sentían bien donde estaban.

Como creyentes en Cristo, tenemos que extender una invitación mucho más importante: hemos recibido nueva vida por la fe en Cristo y queremos que otros experimenten lo mismo. Algunos querrán hacerlo, pero otros no. En Juan 1:40, leemos que Andrés había empezado a seguir a Jesús. Lo primero que hizo fue buscar a su hermano Simón para invitarlo a que él también conociera al Mesías (v. 41). Jesús les ofreció una nueva y maravillosa forma de vivir, para que lo conocieran y disfrutaran de sus promesas de perdón (Romanos 3:24), presencia constante (Hebreos 13:5), esperanza (Romanos 15:13), paz (Juan 14:27), y un futuro eterno con Él (1 Tesalonicenses 4:17).

¿Quieres unirte a nosotros? Jesús te da la mejor vida.